El fenómeno albiazul. La “T” jugará ante Boca la final de la Copa Argentina y vuelve a un torneo internacional. Razones de este gran presente.

De qué está hecho el club que fue refundado y que jugará ante Boca por Copa Argentina. Un título que el fútbol cordobés no tiene. El club que en la Liga va segundo de River, el club que, de estar quebrado y en el Argentino A, pasó a tener el mejor superávit y planea seguir creciendo en obras y en todos los rubros.

¿Por dónde se quiere analizar la dinámica actual del Mundo Talleres? ¿Por la imagen del final con Diego Valoyes convirtiendo el penal del 1-0 contra Godoy Cruz que lo clasificó a una final inédita de Copa Argentina con Boca y lo devolvió a Copa Libertadores? ¿Acaso por la gran administración de recursos que hizo Alexander Medina hasta llevarlo al primer puesto de la Liga (tras 17 años y por seis fechas) luego de mantener la identidad del juego pese a perder a Piero Hincapié y a Federico Navarro?

¿Por qué no analizar cómo pudo convivir el desacuerdo entre el DT y el presidente Andrés Fassi sobre todo por la salida en forma imprevista como pasó con “Fede”, sin que ninguno dejara de dar lo mejor? Quizá quiera analizarse la salida de insustituibles en serio como Emanuel Reynoso, Pablo Guiñazú y hasta del mismísimo Guido Herrera, cuando se fue a Turquía y después volvió para ser el arquero determinante para todos los saltos que dio Talleres.

¿Y lo que fue reemplazar a Frank Darío Kudelka, el conductor del doble ascenso que lo devolvió a Primera en 2016, el primero en darle una línea de juego y en devolverlo a copas internacionales? ¿Por qué no revisar lo que sucedió el día posterior a la final con Gimnasia de Mendoza por el ascenso a la Primera Nacional, aquel 7 de diciembre de 2014, cuando, tras los incidentes, Fassi reunió a todos los estamentos del club para explicarles que arrancaba la refundación de Talleres a las 7 de la mañana en el predio Nuccetelli y a pocos días de haberse convertido en el primer presidente posquiebra?

Lo real es que desde el lugar que se quiera hacer un análisis, siempre se verá lo mismo: un plan. O mejor dicho, una visión y un desarrollo; objetivos institucionales y no exclusivamente deportivos. “Un único Talleres”, decía, dice y dirá Andrés Fassi acerca del proyecto que armó con su comisión directiva y que iba a potenciar hasta hacerlo de otra dimensión. Está en ese camino y seguirá avanzando. No habría lugar para un Talleres de los dirigentes, el de los jugadores, el de los nombres rutilantes o el de los grandes fracasos, el de los DT casi dueños del club y el de los hinchas; un Talleres de éxitos deportivos, pero quebrado. Todas esas versiones de la “T” iban por separado y convivían en un claro desequilibrio.

Año dorado

Este 2021 será soñado por lo obtenido hasta ahora, pero más por la forma como lo impulsó y con la que se convirtió en noticia en el fútbol de la AFA.

Se convirtió en finalista de la Copa Argentina y definirá con Boca, se clasificó de nuevo a la Libertadores siendo segundo del River de Gallardo y tras haber estado seis fechas como puntero, algo que no se daba desde 2004. Pero lo hizo con un estilo de juego definido y convencido hasta de que podría trascender el objetivo institucional de ser protagonista en el torneo de Liga, el mencionado torneo federal y la Copa Sudamericana.

El plantel y el DT se comprometieron y aceptaron el reto. “Vos podés estar convencido, pero sin el compromiso no se llega a nada”, decía el arquero Mauricio Caranta, antes de retirarse como figura en la Copa Maradona y líder a los 40 años y dando lo mejor al final. La gran mayoría del plantel dio lo mejor y varios se irán a ligas foráneas para seguir creciendo.

Michael Santos fue goleador en todos los frentes y Herrera tapó todo; Valoyes fue potente, guapo, anotó el penal, dejó atrás a aquel jugador de práctica que se venía abajo ante el primer murmullo de la gente que ahora lo ama y llegó a la selección de Colombia como Hincapié a la ecuatoriana, ambos desde Talleres.

Carlos Auzqui dio lo mejor a sus 30 años, como Enzo Díaz y Nahuel Tenaglia (marcadores de punta tenaces, pero también asistentes o goleadores) más Juan Cruz Komar y “la Muralla” Rafael Pérez (conformaron una zaga que fue creciendo con el correr de los partidos) para construir, entre todos, las 11 vallas invictas entre Liga y Copa Argentina.

¿Y “el Cacique”? No sólo llegó a más con un recurso limitado, sino porque también ofreció lo mejor de un entrenador joven de apenas 42 años a la hora mantener el estilo de juego, razón por la que hoy lo llamaron de la Asociación Uruguaya de Fútbol y apareció en listas de Boca y de River, por ejemplo. Fue DT y también un padre para varios jugadores en la pandemia, cuando muchos eran vendidos o cedidos hacia otras ligas y debió convencerlos de que los tiempos próximos serían muy buenos.

Sufría Medina por la salud de su padre y también con varios jugadores, lejos de sus hogares. Fue entrenador y casi un familiar más de los colombianos Valoyes, Pérez, del ecuatoriano Hincapié y de los que vivían en el interior, como Fragapane. Tuvo que acompañar desde donde pudo a quienes tuvieron Covid-19, como la propia “Pantera”.

El cuerpo técnico de Medina fue el otro Talleres que también rayó a gran nivel, caso del preparador físico Alexis Olariaga a la hora de una puesta a punto física inverosímil desde que se reanudó el fútbol y hasta jugar cada cuatro días. Para esa intensidad que pretendía el DT, la condición del jugador debía ser igual.

La masa societaria albiazul también acompañó en tiempos de pandemia. Desde los 20 mil que siguieron abonando la cuota hasta los 40 mil cuando se permitió el aforo del 50 y, luego, del 100 en el Kempes. Dieron ese plus para que el club fuera de “la potencialidad del 20% al actual 50% y a la idea de llegar al 100 en 20 años” de la que habló Fassi en la última Asamblea Ordinaria.

La ciudad de La Punta fue testigo de la evolución experimentada…

La primera vez que se presentó en el Juan Gilberto Funes fue el 10 de octubre de 2009 contra Juventud Unida Universitario de San Luis, estando quebrado y en el piso de su historia deportiva, ya que participaba en el entonces Argentino A.

El equipo perdió en la cancha, afuera porque la barra provocó incidentes arrojando las butacas como discos de playa al campo de juego y con el DT de Roberto Saporiti denunciando que habían sido mandados por el exgerenciador Carlos Ahumada, también acusado de “pedirles” a varios de los jugadores del plantel que fueran para atrás. Se abrió una causa, que quedó en la nada, pero Talleres no pudo presentarse en las siguientes dos oportunidades con su gente por esos líos.

El miércoles volvió al Funes por Copa Argentina para lograr el pase a una final contra Boca y por un título que el fútbol de Córdoba no tiene desde su primera vez en AFA en 1967. Además, el 1-0 sobre Godoy Cruz también lo clasificó a Libertadores, y pudo ser presenciado por casi nueve mil hinchas, cuya logística también estuvo monitoreada por el club. Literal.

Y arribó tras aprobar el mejor balance de su historia con un superávit de 524 millones de pesos y con el Centro de Alto Rendimiento Deportivo Amadeo Nuccetelli ya terminado.

El partido de los recursos

Es el que vienen jugando Fassi y los suyos. Se trata de un partido que tiene otros tiempos y valores, pero es el que permitió el progreso de la “T”.

Con socios, recaudaciones, auspiciantes, aportes del Grupo Pachuca y personales del propio Fassi más las primeras ventas, el club recuperó sus estructuras, apostó fuerte a inferiores y al enriquecimiento del plantel propio, aunque debió postergar la construcción de la ciudad deportiva Mundo Talleres.

Cuando la pandemia dejó al fútbol mundial al borde del quebranto por la falta de ingresos, Talleres creció.

En este último año y medio, Fassi se instaló en Europa y jugó los tres mejores mercados de la historia del club. Vendió por más de 30 millones de dólares (las transferencias de Nahuel Bustos en 7,6 millones de dólares brutos por el 65% del pase al City Group y de Hincapié al Leverkusen en una cifra similar, fueron las principales) y eso le permitió construir el Card en el mismo predio, modernizar la Boutique para su sede administrativa y llegar a un número de 42 jugadores propios entre el plantel y los cedidos.

“¿Somos 2.500.000 hinchas y no podemos tener 75 mil socios? ¿Ese es el compromiso? Nooo. Al compromiso hay que generarlo con el sentido de pertenencia. No es una problemática de la gente, sino nuestra. Sólo pido que un socio mayor de 18 años sume otro en la campaña que viene. ¿Qué le pido a la directiva? ¡Hay que generar 2.500 millones de pesos al año! Hermano, vamos a laburar. Esto hay que generarlo. No vivamos de lo que hicimos”, fue el credo que bajó para todos.

¿Qué es lo que sigue? Mundo Talleres, la ciudad deportiva con el lugar para hacer un estadio, y eso ameritará la mayor inversión de la historia para los próximos 20 años.

“Quizá ni la vea, pero estamos preparando la escuela de dirigentes. Pero yo miro las dos tablas. En la deportiva, somos finalistas de la Copa Argentina y segundos en la Liga, además de clasificarnos a la Libertadores. Pero en la institucional, está el proyecto, el que no se para. El título va a llegar. Si no es ahora, será más adelante. Pero el compromiso de todos es ahora. Alguna vez se fue Kudelka y parecía que el mundo se venía abajo. Vino un Medina que interesa en la selección de Uruguay. Haremos lo posible por retenerlo. Pero Talleres no para”, enfatizó Fassi, a punto de dejar San Luis.

Fassi también ha explotado la función del club como agente social con más de 200 filiales y escuelas de fútbol y tener el mejor marco para desarrollar la visión de Talleres lo llevó a pelear por cambiar la organización del fútbol al enfrentarse con la conducción de Claudio Tapia -aunque volvió a acercarse en la previa a la doble definición de Liga y Copa Argentina- y con la Liga Cordobesa de Fútbol por rechazar el pago del 2% de las operaciones que hizo porque argumenta que ya se lo cobran en AFA.

Es un Talleres orgulloso, pero dispuesto a seguir desarrollando un plan. Lo que faltó durante décadas.