La “T” es una máquina de movilizar pasiones. Unos 10.000 hinchas estuvieron en el estadio Juan Gilberto Funes en San Luis.

“Talleres siendo local de visitante”, capítulo mil. Es la historia mil veces contada. La que se repite según pasan los años. Es que el colosal Talleres es una máquina de movilizar pasiones. De electrizar corazones, de activar locuras hermosas, de cargar banderas, de anhelar alegrías postergadas. Eso que genera Talleres, eso-eso que se siente y no se explica, eso mismo pasó este miércoles en San Luis. ¿8 mil? ¿10 mil? ¿Esa cantidad de hinchas cordobeses había en el estadio Juan Gilberto Funes para el partido con Godoy Cruz por la semifinal de la Copa Argentina?

Difícil de calcular con precisión. Sólo queda la verdad que dio el vistazo de las tribunas, con fanas de “la T” ocupando más espacio que los mendocinos. Sólo queda el termómetro de la movilización: de Córdoba a La Punta hay 400 y pico de kilómetros; de Mendoza hasta ahí, la mitad de “kms”. Y esa cercanía no fue impedimento para que las mareas albiazules arrasen con gritos y fiesta.

La fiesta es la fiesta de siempre, la del ritual del cuarteto, el asado, el fernecito, el pritiau. Y la selfie y el video mandado al grupo de amigos. Y hasta el pedido del clásico retrato de La Voz, conocido como el Cara ‘e Cancha.

Aunque algo preocupó mucho a la hinchada de Talleres. Las y los “colegas” que no llegaban o los que llegaban tarde al Funes. Es que en el límite entre Córdoba y San Luis, por las rutas que se fuera, la policía puntana, contaron los demorados, pedían “giladas”. Esas “giladas” eran solicitudes como la entrada impresa, cuando la mayoría se habían vendido por internet y se había entregado un código QR que se escaneaba en los accesos a la cancha.

Despejado ese malestar, lo que se vivió en el Funes fue conmovedor. Con hinchas abrazándose por estar viviendo un clima de cánticos contra los adversarios. Una extraña sensación perdida en el fútbol argentino. También fascinó a muchos lo de colgarse a los alambrados: otra vivencia en extinción.

Talleres movió cielo (hubo lluvia) y tierra en San Luis. Y ahora va a Santiago. Boca verá de cerca al fenómeno Talleres.