Talleres, sus desafíos y sus ilusiones
El Matador se ata a la ilusión de la Copa Argentina tras caer frente a River.
¿Colón y River pusieron a Talleres en su lugar? ¿Ya terminó su ilusión en la Liga Profesional?
El Sabalero les ganó a los albiazules por un gol de tiro libre muy bien ejecutado por Alexis Castro. Esa fue la única diferencia. Aun con una propuesta muy limitada, el último campeón se llevó el triunfo.
Lo que sucedió en el Kempes tiene otra dimensión. River, sin ser aquel equipo multicampeón que semana a semana no paraba de ofrecer grandes espectáculos y con un jugador menos casi desde los vestuarios, le demostró al equipo de Alexander Medina y a todo el país por qué sigue siendo la principal referencia futbolística de Argentina. Esa condición que Gallardo se esmera en prolongar, seguro le permitirá alcanzar un título nacional, lo único que todavía en su gestión no ha podido conseguir. Pero todo indica que sólo será cuestión de esperar unas cuantas semanas.
En estos dos partidos Talleres demostró no estar a la altura de un gran candidato a campeón. Tal como es de Perogrullo en cualquier ámbito, en el fútbol también cabe la expresión: “lo importante no es llegar, sino mantenerse”. Y el equipo de barrio Jardín demostró que ese privilegiado lugar, en tiempos de espaldas anchas, era demasiado grande para su esmirriada figura. Quedó chiquita su estructura al generar muy poco peligro ante el uruguayo Burián, en Santa Fe; quedó en evidencia su carencia de ideas y recursos técnicos para no aprovechar su jugador de más ante el líder, al que sólo asustó un par de veces, pero al que no pudo someter en ningún momento del encuentro.
De lo visto en sus dos últimas presentaciones surgen varias consideraciones: Talleres abusa del pase defensivo lateral, muchas veces inútil e inofensivo, proclive, a veces, al error que facilita la llegada de su rival a Guido Herrera; en esa tónica, Julián Malatini devuelve hacia atrás ocho de cada 10 pelota que recibe en su sector y cuando consigue pasar la mitad de cancha no es aprovechado por la lucidez de algún compañero como para ponerlo con un pase en una posición ventajosa cerca del área adversaria; al revés, Nahuel Tenaglia, sorpresivo ausente ante Colón, es el mejor pasador siendo el último hombre. El polifuncional habilita con precisión y oportunismo a sus compañeros en tres cuartos de cancha, en un nivel incluso superior al de quienes están más cerca de los que se mueven en la ofensiva.
A esto se suma la falta de un “10″, un hombre pensante, que distribuya el juego, que vea al jugador mejor ubicado, el que atenúe el ritmo por momento desbordante de una formación que muchas veces en el intento de llegar rápido al arco rival choca con sus imperfecciones al darle el mejor destino a la pelota. Las limitaciones técnicas de Mateo Retegui y la ambición sin contundencia de Michael Santos contribuyeron para que Talleres no anotara goles en los últimos 180 minutos, a pesar de las picantes incursiones de Diego Valoyes, que no pudieron tener como colofón el contacto en la red.
¿Habrá una oportunidad para Esquivel? ¿Tendrá la suya, otra vez, Diego García? ¿Volverá Talleres a ser el equipo compacto, intenso y oportuno que fue hasta hace tres partidos? Lanús, también protagonista, será otro examinador de cuidado. Una derrota más para los de barrio Jardín lo obligarán a pensar casi con exclusividad en la Copa Argentina. Una victoria seguirá repartiendo ilusiones, aunque el torneo local ya parece ser un plato servido a pedido del gusto Millonario.