El ingreso de Gonzalo Maroni potenció al equipo y a sus individualidades. Así la “T” tuvo más juego, se le animó a un tibio Gimnasia y se quedó con el triunfo.

Cuando Talleres se persuadió de que jugando, generando fútbol y faltándole un poco más el respeto a Gimnasia el partido se le presentaría para ganarlo, pasó lo que finalmente sucedió: se terminó llevado sus tres primeros puntos en la Superliga para Córdoba.

Necesitaba de un revulsivo, de la irrupción de un osado y talentoso como Gonzalo Maroni para que pudiera torcer a favor el destino de un partido que se le complicó en el primer tiempo.

Gimnasia le jugó en esa etapa como se preveía, absolutamente fiel a su estilo. Presionando, corriendo, metiendo, raspando talones y tratando de generar el error rival. Sin claridad ni lucidez, pero insistiendo. Metiendo el pecho, de prepo. Un juego si se quiere “picapedrero” y poco vistoso, pero que en el Bosque el Lobo siempre le saca rédito.

La “T” no encontraba la pelota en el medio, “el Cholo” Guiñazú entraba poco en juego, no estaba bien acertado para recuperar y terminaba casi en el área de Herrera tratando de ayudar en la marca. Sin primer toque y con dificultades en el control, lo más importante para el equipo de Vojvoda es que se fue al descanso con el marcador en cero.

Iba 0-0 por impericia de los delanteros locales, pero también por el buen funcionamiento atrás de la “T”, en especial de la zaga. Miguel Araujo equilibró el fondo, anticipó siempre a Santiago Silva, cerró bien de arriba y se proyectó con criterio. Y se complementó bien con Quintana. Y disimuló las flaquezas que mostraban Godoy y Medina en los laterales.

Pero cuando a los 10 del segundo tiempo Vojvoda decidió el ingreso de Maroni, todo cambió. Se paró adelante del “Cholo” y de Cubas como un enganche, el equipo se paró con un sistema 4-3-1-2 y partir de su talento Talleres fue otro. El juvenil se mostró, la pidió, encaró, descargó y tocó. Hizo todo bien. Y el equipo encontró fútbol. Y con fútbol, todo se hace más fácil. Todos se potenciaron a su influjo.

El gol de “Cubitas” partió de una jugada iniciada por él. La alargó con un gran toque para Ramírez, Juan se metió al área, echó el centro para Cubas y adentro. Con asociaciones y atrevimiento, el fútbol no se hace tan complicado.

Gimnasia casi desapareció de la cancha después del gol. Después entró Ortiz enchufadísimo y enseguida pegó onda con Maroni y Cubas. Y así llegó el segundo.

Maroni fue esa inyección de juego que el equipo precisaba y comenzó a pagar con fútbol todo lo que costó traerlo desde Boca. La mejor noticia para Talleres.