Historia de la mutación de un equipo que en marzo pasó a jugar con mayoría de juveniles y fue campeón inédito en Reserva. Sánchez, Bustos, Beltramone y Bustos, figuras.

Los títulos nunca nacen en la víspera. Y el que consiguió la reserva de Talleres no fue la excepción. Dice la historia que cuando la temporada había avanzado, aquel equipo que “iba a vivir un año de transición” cambió de objetivo. Faltaba bastante para que se armara la escena del festejo de ayer.

Aquel 27 de marzo pasado no tenía nada que ver con este “28J”, que ayer mostraba a tres mil personas eufóricas que completaron la tribuna lateral de la Boutique, al DT Lucas Bovaglio siendo lanzado por el aire por sus jugadores y al presidente Andrés Fassi –festejó su tercer título tras los dos ascensos con el primer equipo–, recién llegado de Irlanda (fue a ver a su hijo), tras consumarse el 4-0 histórico ante San Lorenzo que le daba un título inédito para Talleres, el fútbol de Córdoba y para los clubes indirectamente afiliados a AFA, como fue este de Reserva.

Aquel hecho, que marcó un antes y un después en la campaña, había sido una gran derrota. Después de que el primer equipo de Talleres le ganara la noche anterior a Olimpo por 1-0, su DT Frank Kudelka entendió que el partido de reserva era una oportunidad para que se mostraran los profesionales de Talleres que no tenían lugar en el equipo. Así, el equipo que conduce Lucas Bovaglio salió a la cancha con dos juveniles entre los titulares: el arquero Nicolás Temperini y el defensor Alejandro Maciel. Pero la oportunidad pasó de largo para varios. El equipo no tuvo nada de los objetivos de juego que planteaba Kudelka y al cierre del primer tiempo caía 0-3 a partir de los tantos de Ignacio Pierce (2) y Said Llambay. Apenas se reanudó el juego, Matías Mayer anotó el 4-0. Wilfredo Olivera marcó para el 4-1 final. Talleres marchaba 10° y terminaba de perder el invicto de local ante un Olimpo que era 14°.

La derrota y la forma incomodaron a todos y los juveniles pasarían a tener prioridad. Ahí “nació” el equipo de Lucas Bovaglio. “Así fue. Ese partido fue clave. Tuvieron más oportunidad los chicos. Hay que terminar de formarlos y que el grupo humano tenga una evolución. En la primera debutaron Fernando Juárez, Nahuel Bustos y Catriel Sánchez, les hicieron contrato a otros. Hace 11 meses era impensado. Les agradezco a los que confiaron en mí. A los jugadores que resolvieron con gran jerarquía esta final y la temporada. A mi cuerpo técnico, al de Kudelka y a los directivos. Entendieron que había un camino a seguir”, comentó Bovaglio.

“Su” Talleres ganó nueve partidos en forma consecutiva y que se interrumpió por la derrota ante Sarmiento de Junín. Pero se levantó con la misma propuesta futbolística.

“Vencimos a Rosario Central y a San Lorenzo con las mejores actuaciones. Con la determinación que jugamos los clásicos ante Belgrano”, agregó Bovaglio, quien recibió una oferta de Atlético de Rafaela (es ídolo) para dirigir al plantel profesional.

¿Más? Le salió excelente la idea de armar un cuarteto de delanteros para vulnerar al San Lorenzo de Claudio “Pampa” Biaggio. Tenía disponibles a tres goleadores, dos de ellos centrodelanteros, y decidió alinear a todos. Ijiel Protti se retrasó y armó un tridente con Nahuel Bustos, Catriel Sánchez (autor de 64 goles en tres años –28 en sexta, 27 en quinta, cuatro en cuarta y cinco en reserva) y Ezequiel Beltramone. Todos fueron gravitantes y para que eso sucediera fue necesario el respaldo de Agustín Díaz (capitán del ascenso 2013) y Federico Peralta para recuperar la pelota.

Ganó Talleres, fue merecido campeón en Reserva, y enriqueció la historia del semillero del fútbol de Córdoba ya que sumó a los títulos obtenidos por la cuarta (2009-DT Darío Cavallo) y la octava de Belgrano (2016-DT Norberto Fernández) y la sexta de Instituto (2012-DT Francisco Buteler; ganó la Zona Competencia).