Un pilar. Willy reapareció tras medio año afuera por la rotura de ligamentos. Lo hizo en la Reserva y quiere seguir sumando minutos. “También ganamos, así que sigo invicto con esta camiseta”, recalcó el zaguero.

Jugó y se fue a Rafaela, donde también quiere ser parte del choque de Reserva de Talleres del próximo domingo. No es que se adelantó mucho al partido. Pasa que Wilfredo Olivera tiene su domicilio y también a su familia en aquella ciudad, y se dio una vuelta. Otra vez como futbolista en actividad.

Pasaron casi siete meses desde la lesión que lo marginó por lo que quedaba del año. Aunque todavía mantiene la esperanza de entrar algunos minutos antes del receso. El viernes reapareció ante Patronato y su idea es volver a jugar ante la Reserva de Rafaela, para ganar ritmo.

–Vas a jugar con clima de partido, quizá con hinchada de los dos…
–Sí, ojalá que pueda ir el público de Talleres porque la Reserva sería el preliminar. Mi familia va a estar ahí, seguro. Alentando. Mis viejos, mis hermanos… Contra Patronato había mucha gente también, socios de Talleres y muchos de nuestros compañeros.

–¿Qué fue lo primero que sentiste al volver a pisar el césped?
–La verdad, salí medio enojado. Después de tanto tiempo, volvía a ponerme la camiseta por 30 minutos y eso me puso feliz. Pero no tuve el rendimiento del martes anterior en la práctica de fútbol, cuando jugué de primer zaguero y estuve más activo, más seguro. Le dije a Darío (Kudelka) y a la Pepa (Armando) que todavía no me siento con ritmo para ser zaguero por izquierda, me falta un poco más de confianza. Todos me tranquilizaron, el cuerpo técnico, mis compañeros. Me dijeron que lo tome con calma, que hacía mucho que no jugaba y es lo normal. Lo que pasa es que trato de exigirme siempre. Y lo principal es que la rodilla no me jodió para nada.

–¿Se te hizo más largo de lo esperable?
–Fue un trago amargo lesionarme a cuatro fechas del final de la B Nacional, esa noche contra Estudiantes de San Luis. Cuando me enteré de la gravedad de la lesión sentí un gran dolor. Después de la operación fueron muchos meses metido todo el día en el gimnasio. El grupo me bancó, es un plantel muy fuerte y unido. También los dirigentes me acompañaron en todo momento, me renovaron el contrato hasta junio. Y el cariño de la gente. A todo jugador le gusta recibirlo, más en este tipo de situaciones. Me alentaban, me pedían que no me vaya del club… La fiesta del ascenso fue inolvidable. Por eso estoy muy contento de volver a una cancha a hacer lo que más me gusta.

–¿Cómo lo viste a Talleres desde afuera, y en esta inserción en Primera?
–Al principio no se daban los resultados. Pero el plantel siguió creyendo en lo que pide este cuerpo técnico. Se trabaja en el día a día pensando que todos los partidos son finales, y tanto de local como de visitante se intenta jugar de la misma manera.

–¿Y el bloque defensivo?
–Responde muy bien, ningún equipo nos ha lastimado. Y eso que la última línea fue cambiando. Empezaron Javier (Gandolfi) y el Pela (Quintana), y ahora entró Juan Cruz (Komar) y cumple. Los laterales (Godoy y Escobar) no se cansan nunca, van y vienen, y el Cholo (Guiñazú) siempre está bien ubicado para que los zagueros no queden mal parados.

–Vas a tener mucha competencia para retomar la titularidad…
–Hay tres o cuatro zagueros por delante. Pero tengo confianza en mí. Se lo que es jugar en Talleres y en Primera. Mi idea es estar al menos en el banco antes del receso, entrar aunque sea unos minutos. Y después hacer la pretemporada y ponerme a la par de todos para que el técnico decida y sumarle al grupo como desde que llegué. En Talleres nunca perdí.

–Tu racha y la de Kudelka son envidiables…
–Es que en el Federal el equipo perdió un solo partido, ante Maipú de Mendoza, y yo estaba lesionado y no integré la formación. Y en la B Nacional ascendimos invictos. Ahora entré en la Reserva y también ganamos…

–Durante la campaña del ascenso dijiste que el equipo no iba a perder.
–Sí, porque veía a mis compañeros con mucha confianza. Nos podían hacer un gol, pero seguro que lo dábamos vuelta porque teníamos mucho gol. Fueron 40 y pico de partidos sin perder con Talleres y para mi es un orgullo.

Los tatuajes del Ascenso y la "cara de odioso". En su Rafaela natal, Willy Olivera repasa las emociones del regreso. Viajó con su esposa Eliana y los cachorros: dos caniches, India y Ciro (nombre heredado de Ciro y los Persona) y Rocco, un perdicero. A una cuadra, está la casa paterna. “Mi viejo se llama Crisol, un nombre raro que le pusieron en Santiago del Estero. Y mi mamá Elba, especialista en los escabeches”.

“Siempre me dicen que tengo cara de odioso. Y la verdad es que no hablaba nunca. Ni cuando ganábamos”, reconoció.

Por cierto, si hay muchas palabras de agradecimiento al doctor Jorge Batista, a cargo de la operación, y a todo el cuerpo médico y auxiliares de Talleres, que le facilitaron la recuperación.

Al club ya lo lleva tatuado. Aficionado a tatuarse, ya tiene uno en la pierna con la fecha 27 de octubre de 2015.El día del ascenso del Federal A a la B Nacional.

“Ahora me falta el del día del ascenso a Primera. Antes de fin de año me lo hago. Como también tengo de los ascensos con Quilmes y Colón. Ascensos tengo varios y por suerte, descensos ninguno”.