La T tuvo, en líneas generales, un muy buen partido ante Belgrano. Le robó la pelota al rival, pero no tuvo la certeza final para poder lastimar al Pirata.

¿Se le puede achacar mucho a este Talleres? Exigencias del fútbol si las hay, los manuales dicen que el que mete más veces la pelotita en el arco rival es el que gana. Las reglas, son la excepción en la dinámica de lo impensado. Talleres se quedó a las puertas de lo que todos esperan en un partido: el gol. Y allí sólo se puede explicar por qué apenas se fue con un empate (justo, más que merecido) y que luego en la definición por penales se quedó con las manos vacías.

Talleres pagó el justo precio de su ineficacia y por eso se quedó a las puertas de algo un poco más superador que este empate 1-1 en los 90 y con derrota posterior en la definición por una copa de la amistad.

Lo que radica en la falta de ese "algo más" del Matador estuvo en que no tuvo la pólvora justa para explotar.

Nobleza obliga: Talleres, más que nunca es un equipo en formación. Es una nueva etapa de un entrenador que tiene que ensamblar una base con la mixtura de algunos refuerzos que llegaron, a falta de los pesos pesados.

Un equipo con orden. Así y todo encontró orden, un buen equipo parado en defensa (quizás Kruspzky mostró algunas dudas) con dos centrales que se potencian y un arquero muy seguro por detrás.

Y del medio hacia adelante, el técnico colocó a Ivo Cháves como volante central y al Colo Leonardo Gil en dupla con el salteño. Y en el peso específico del juego, de parar al rival, de cortar, de marcar, de salir, se puede decir que en líneas generales se bancaron la parada ante un Belgrano que le jugó con la vocación de "comérselo".

Talleres se aferró a la simpleza de su juego, con lindas sociedades en tres cuartos entre Ramis, Bebelo Reynoso y Jonathan Menéndez. Este chico que llegó de Chacarita y que parece que va camino a hacer olvidar a Nazareno Solís.

La presencia de ese tándem ofensivo, con menos experiencia que otros jugadores, con la búsqueda de ir creciendo, asoció buenas intenciones, frente a la soledad y la falta de entrada y salida de Gonzalo Klusener.

Queda por imaginar que con jugadores como Pablo Guiñazú o Daniel Ludueña, el equipo encontrará el salto de calidad, el pase que quizás necesitó hoy y, seguramente, potenciará a Reynoso, a Menéndez o al propio Ramis.

Talleres tuvo la mecha para encenderse. Pero no tuvo pólvora para explotar en los tres cuartos de su ofensiva. El juego asociado mostró buenas cualidades individuales, pero la suma de cada componente no arrojó una chance definitiva de tener a su merced a Olave.

¿Y la pelota? Claramente, en líneas generales en los 90, la tuvo más la T. Belgrano se encontró con un rival que se le plantó bien, pero que a la larga no tuvo la estocada final para herir.