Lo dio vuelta. Superó la estación más brava al vencer a Ferro por 2-1 y ratificó su liderazgo (con tres de ventaja sobre el escolta Santamarina) en la previa del clásico.

La jugada era repetida. Ya se había visto una y otra vez en la Boutique de barrio Jardín el miércoles, en uno de los entrenamientos semanales de Talleres. Centro desde el córner izquierdo y aparición, en el corazón del área, de Eial Strahman. Así fue el segundo gol del Albiazul, el del cabezazo del 2-1 final ante Ferro y cuyo festejo, un abrazo multitudinario con “el Ruso” y el asistente Nazareno Solis en el medio, grafica una gran jornada para el puntero cordobés de la B Nacional. Fue el mejor prólogo para llegar al clásico con Instituto: puntero, con tres puntos de ventaja sobre el escolta Santamarina y con sus goleadores encendidos, como Solis y Strahman.

Es que no sólo significó la alegría por el tanto. Fue además, la síntesis de un trabajo en el que, más allá del fútbol, hubo que poner sacrificio. Es que el Verdolaga fue el rival más complicado, el que más fuerza le hizo y el que, por momentos desconcertó a la defensa. Fue, también, el único que en la B Nacional se pudo poner por delante en el marcador. Todo un reto.

De igual calibre fue el desafío que afrontaron unos 300 hinchas albiazules que violaron la prohibición y se infiltraron como “neutrales” (ver Página 4). Algunos se animaron a pagar los $ 700 que pedían por una platea, mientras que otros se “colaron” con la delegación que, como es habitual en cada encuentro, el local permite para el visitante. Aquellos infiltrados quedaron sin opción minutos antes del entretiempo, cuando, incontenibles, gritaron por el empate transitorio de “Naza”.

La Policía actuó rápido: cordón de protección primero y expulsión después. En la cancha, fue de menos a más. “El rival entró presionando. El penal (que el ex Instituto Pablo Frontini transformó en gol y ventaja momentánea para el local) vino de un posible gol nuestro, un pase mal dado. Acertaron a nuestras espaldas. Fue una situación que fuimos corrigiendo”, recordó Kudelka. El DT ordenó adelantar las líneas en el complemento y eso posibilitó que, paulatinamente, en el segundo tiempo crezca un Talleres más parecido a lo que su filosofía pregona.

“En el complemento, planteamos una presión bien alta: buscamos evitar que el rival juegue largo, cosa que hicimos; tener un poco más la pelota, cosa que hicimos; ser incisivos, cosa que logramos”, enumeró el DT sobre el factor de cambio para la segunda mitad. El Talleres de ese período mostró una defensa más sólida, un Rodrigo Burgos dueño, otra vez, del mediocampo, extremos veloces y con tenencia, más la cuota goleadora del punta. El combo que le permite mantenerse en la punta en soledad, ahora con Santamarina como único escolta.

“Se acercan momentos más difíciles, con rivales más duros, más pretenciosos. El equipo viene mostrando carácter y asimilando un juego que le está dando resultado”, explicó el DT. Ahora se viene Instituto, otra posibilidad para que Talleres pueda dar un nuevo paso.