El Lobo mendocino fue un histórico participante de los nacionales de Primera, pero nunca jugó en la B Nacional. Llega a la final con una campaña con muchos altibajos.

Un histórico gigante dormido del fútbol del interior. Gimnasia y Esgrima de Mendoza, el rival ante el que Talleres intentará llegar a la B Nacional, está levantándose después de tres décadas de ostracismo, derivadas de la reestructuración de 1985/86 que fue lapidaria para varias entidades provincianas.

El Lobo mendocino, dirigido por Sergio “Toti” Arias desde enero, logró el ascenso al Federal A a mitad de año y ahora intentará llegar por primera vez a la segunda categoría.

“Vamos a tratar de poner a la institución donde se merece”, dijo el DT al momento de la asunción y agregó: “Es muy importante que el jugador que vista la camiseta de Gimnasia sepa donde está. Este es un club con mucha historia y uno de los más grandes de Mendoza. Queremos inculcarle eso al jugador”.

Y los jugadores parecen haber interpretado esas palabras. En junio pasado subió al Federal A tras ganarle la final a Unión Aconquija de Catamarca y en su primera campaña en el tercer escalón de AFA llegó a la final por la chance de otro ascenso. Eso sí, su arribo se dio con numerosos tropiezos, como que viene de caer 0-1 en Comodoro Rivadavia en su visita a la CAI, ante quien hizo pesar la ventaja obtenida en la ida (2-0).

Hasta aquí, el Lobo realizó una discreta campaña desde lo numérico, con 18 partidos jugados, de los cuales ganó nueve, empató dos y perdió siete. Pero está en la final y desde el miércoles, en el Víctor Legrotaglie (11.500 espectadores), quiere el premio mayor.

Mejor pasado que presente.El ejemplo de Gimnasia sirve para entender cabalmente lo que significó la última gran reestructuración del fútbol de AFA, cuando el federalismo perdió por goleada: nunca jugó en la segunda categoría, pero puede presumir de haber disputado, con buen protagonismo, nueve nacionales de Primera.

Sus buenas campañas, que incluyeron un par de goleadas resonantes (5-1 al Boca del “Toto” Lorenzo en la Bombonera en 1978, y 5-2 a San Lorenzo en el Viejo Gasómetro, en 1971) de poco le sirvieron cuando Julio Grondona impulsó la reestructura centralista que lo mandó al sótano de un plumazo.

Allí comenzó su debacle. De un día para el otro se encontró con que lo separaban tres escalones para volver a jugar contra los grandes. Fue un golpe de nocaut que lo dejó tambaleante durante tres décadas, un estado del que ahora quiere escapar.

Pero más allá del contexto negativo, está claro que la dirigencia propia también hizo su aporte a la caída. En 2004, con el club a la deriva, intentó la resurrección de la mano de Moria Casán, a quien pretendieron incluirla en un proyecto de gerenciamiento junto a su pareja de entonces, el empresario Xavier Ferrer Vázquez, un aventurero que habló de incorporar a Diego Maradona para potenciar la imagen del club.

Desde mañana, se encontrará con Talleres, otro gigante que carga su cruz. Uno comenzará a enderezarse, el otro seguirá penando.