Sumó un punto. La "T" ganaba 1-0 ante Libertad, pero no lo pudo sostener y se lo igualaron. "Me voy amargado", dijo el entrenador Sergio Coleoni.

“Me voy amargado. Les pedí a los jugadores que sacaran el equipo, pero me miraban y me decían: ‘Queremos hacerlo, pero no podemos. Se nos vienen’. Cuidar el resultado nos llevó a esto. No nos defendimos con la pelota”. Sergio Coleoni trataba de explicar cómo el 1-0 parcial se había convertido en el 1-1 final por culpa del propio Talleres, en la puerta de un vestuario en el que había “clima de velorio” como lo dijo el propio entrenador albiazul.

Talleres había estado lejos del “Deportivo Ganar” que él quiere que sea ni de ese protagonismo del deber ser que le reclama su historia y la necesidad de ascender a cómo de lugar. Eso que lo llevó a decir que “ya llegará el tiempo de dar seis o siete pases seguidos antes de patear al arco porque la gente disfruta más ganar”. Su desencanto tenía que ver con que se podía haber llevado los tres puntos para Córdoba. Llegó al 1-0 sin haber hecho mucho y no pudo sostenerlo.

No había exigencia para liquidar al rival, pero tampoco cabía el hecho de no poder hacer el control de pelota correspondiente para que el partido no fuera sostenido por una defensa que ya había hecho demasiado.

“La sensación no es la mejor. Estoy amargado y enojado. Pero si mirás la tabla, la realidad es que el punto nos da vida y que estamos todavía para pelear el ascenso. Lo vamos a hacer hasta las últimas consecuencias”, se consoló el DT. Confiarse en la impotencia rival es un lujo que tampoco puede darse Talleres. Libertad le pagó igual al aprovechar el error de Federico Costa al dejar corta una pelota que derivó en la mano penal de Lautaro Formica. Una administración equivocada de la ventaja debe ser separada del resultado e inscribirse dentro de las cuestiones pendientes que separan al equipo albiazul del pretendido protagonista.

“Estaría igual de amargado si hubiéramos perdido”, advirtió Coleoni. ¿Más? No aparece el fútbol que el equipo necesita. Carabajal puede ser la punta de lanza, pero necesita de una cancha que permita explotar su cambio de ritmo, para no estar condenado al desequilibrio estando desamparado. El circuito de juego es incompleto.

Y lo más preocupante: en un partido como el de ayer, con un juez permisivo como Luis Lobo Medina, el talentoso jugador albiazul fue maltratado al punto que un golpe de su marca lo dejó inconsciente por varios segundos e imposibilitado de volver a la cancha, al cierre del primer tiempo. Ahí tampoco hubo quien o quienes asumieran ese rol. Ramis no pudo gravitar porque como Martínez estuvieron aislados.

Encima, las lesiones también le están ganando a Talleres. Después de Carabajal se sumó la baja de Martínez, quien salió por una lesión en el hombro. Y antes del juego, Lucas Bovaglio sintió una molestia en el calentamiento precompetitivo y debió dejar su lugar a Luis Herrera que venía ganando minutos tras un problema de meniscos. Sin Mozzo, Favio Álvarez, Marcos Godoy ni Martiñones, Coleoni tampoco termina de poner en escena un Talleres completo que le permita lograr el rodaje suficiente, aunque está claro cuales son las culpas de todos.

En dos días, Talleres volverá a viajar. Lo espera Alvarado en Mar de Plata para completar el partido pendiente. La “T” deberá ser “Deportivo ganar”. “Hay que ganar en todas las canchas. Tenemos que mejorar muchísimo. Es así”, cerró el DT.

Uno por uno


Costa. Se equivocó en el rechazo largo del empate de Libertad.
Cháves. Tuvo cinco quites muy buenos. Aceptable.
Herrera. Tuvo sus primeros 90 minutos completos tras la lesión. Cumplió.
Bazzi. Puso fuerza, ganas, claves para sostener el 0-1 parcial.
Formica. Soportó el asedio del local en el PT, a veces en desventaja. Hizo la jugada del penal, levantó la mano en el tiro de Correa.
Barrionuevo. No tuvo el protagonismo esperado porque en este esquema propuesto por Coleoni corre más de lo que juega.
Schenone Paz. Pudo quitar muy pocas pelotas y casi nunca impuso su presencia.
Agustín Díaz. Corrió y metió, pero pocas veces pudo crear el juego a los que nos tiene acostumbrado en la posición de doble “5”.
Rodríguez. “El Patito” tuvo un comienzo auspicioso y después cayó en una intrascendencia llamativa, pese a que pudo ser un jugador importante en Talleres para mantener el 0-1 parcial o aumentarlo.
Carabajal. Hasta que se lesionó fue de lo mejor. Cuando la tuvo, tembló todo el fondo local.
Martínez. Hizo el gol y poco más. Se lo necesita más como referencia de área, pero termina saliendo a los costados.
Ramis. Pocas veces pudo generar peligro en los contraataques que la “T” dispuso para liquidar el partido en Sunchales.
Chávez. No tuvo la gravitación de otros juegos. Apenas un par de corridas. Insinuó más de lo que jugó.
Beraldi. No tuvo peso.