“El Moncho”. A los 35, el zaguero rafaelino asume el desafío de demostrar en Córdoba que está intacto y que la lesión que lo alejó un año de las canchas es pasado.

Lo bueno de charlar con jugadores veteranos, de trayectoria y con muchas batallas en el lomo, es que se puede esperar de ellos algún concepto distinto, que gambetee a los lugares comunes tan frecuentes de los futbolistas y pinten un fresco de su personalidad. Es el caso de Lucas Bovaglio, “el Moncho”, un histórico de la B Nacional y una institución en Atlético de Rafaela.

A los 35 años asumió un desafío mayúsculo: aportar su oficio para devolver a Talleres, en los próximos cuatro meses, a la segunda división del fútbol argentino. El zaguero, el refuerzo de más nombre que llegó a la “T”, ya se consustanció con el ecosistema albiazul. El mal trago de una fractura de tibia y peroné que lo alejó de las canchas un año, ya pasó.

Y lejos de lo que muchos creen, viene de tener continuidad en la Crema, y listo para rendirle a pleno a Jorge Ghiso, como lo hizo las tres veces que lo dirigió en el elenco rafaelino.

–¿Por qué decidiste sumarte a esta cruzada que afronta Talleres?
–(Roberto) Sensini decidió no tenerme en cuenta. Lo acepté y me tuve que ir. Son las reglas de juego, pero voy a volver a Atlético, como jugador o como DT. Y apareció la propuesta de Talleres. Sé muy bien lo que es este club, pero hay que estar en Córdoba para tomar una dimensión exacta de lo que significa. Ojalá mi rendimiento esté a la altura y poder llevarlo rápidamente a la Primera B Nacional. Vengo a dar batalla y a colaborar con algún consejo y la experiencia. El desafío es lindo, pero también y difícil.

–Tuviste un año de parate por aquella lesión de tibia y peroné que sufriste en la Copa Argentina, frente a Alvarado. ¿Venís de Atlético con continuidad?
–Es bueno que me lo preguntes para aclararlo: la lesión fue hace un año y medio atrás y tuve que operarme de nuevo a los cinco meses, porque el callo no se formaba bien. Pero los últimos cuatro meses jugué ocho partidos seguidos en reserva y los últimos cinco en la primera. No estoy de vuelta y tengo mucho para dar todavía. Por eso no me costó esta pretemporada. Estoy entero y trabajando con la misma intensidad que mis compañeros. Voy a dejar de jugar el día que mi cuerpo y mi cabeza me lo pidan.

–Ghiso te dirigió tres veces. A él no le vas a poder esconder nada.
–(Risas) Jorge me dirigió en sus tres etapas en Rafaela: en 1997, jugaba de volante central y me dio continuidad. Y en las otras dos, en las que ya jugaba como central. Siempre fuimos protagonistas y sólo nos faltó ascender. Pone a los buenos jugadores y transmite el gusto por el buen fútbol en cada práctica.

–Las vueltas del fútbol: ahora tendrás que enfrentar a Atlético en la Copa Argentina, el torneo en el que sufriste esa lesión, y con Ghiso como DT de tu equipo.
–Atlético es parte fundamental de mi vida. Soy hincha, jugué 17 años, comencé en el básquet a los 5 años, en el fútbol a los 6 y me casé con Valeria en el club (tiene tres hijas: Pilar, de 10 años, Paulina, de cinco, y Pía, de cinco meses). Pero cuando lo enfrente voy a jugarle a cara de perro. Estarán todos mis amigos, pero hoy me debo a Talleres.

–¿Qué música escuchás?
–Rock nacional e internacional: los Rolling, U2, Los Redondos, Ratones Paranoicos, Divididos. Claro que acá me tengo que acostumbrar al cuarteto. Agustín Díaz es el que pone la música en el vestuario.

–¿Comidas preferidas?
–Las pastas, como buen descendiente de italiano. Pero nada como un buen asado, por supuesto.

–¿Kirchnerista o de la contra?
–Me interesa la actualidad política nacional e internacional, pero no tengo inclinación por un partido. Creo que la gestión de Néstor (Kirchner) fue mejor que la de Cristina, pero ser presidente implica delegar mucho y parece que hay áreas en las que no tiene el debido control.

–¿Cuáles son los temas que más te preocupan del país?
–La inseguridad y la inflación seguro. Basta con estar en la calle e ir a un supermercado. Pero me preocupa mucho la educación: hay que mejorar mucho en ese aspecto.

–¿Con la plata estás salvado?
–Nada que ver. Cuando deje de jugar tengo que seguir laburando. Hace tres años me recibí de técnico. Nunca jugué en Europa o en club importante de Primera, sólo cuatro años en Venezuela.