Se quebró tras la derrota 1-2 ante Atlético y Día a Día la retrató. Hoy estará en Mendoza bancando al equipo que visita a las 14 a Independiente Rivadavia y espera no descender.

1978, el papá de Claudia revienta la radio contra la pared de la cocina. Foto. Claudia llora. 1998, Talleres le da la vuelta en la cara a Belgrano y asciende. Foto. Claudia llora. 1999, Claudia va de caravana con la bandera por la ventanilla. Celebra la Conmebol. Foto. Claudia llora. 2001, Talleres clasifica a la Copa Libertadores de América. Foto.

Claudia llora. 2004, Claudia se vuelve caminando a la casa después del descenso. Foto. Llora. 2009, la T muerde la tierra del Argentino A. Foto. Claudia... llora. 2013, Sialle le da un beso a Claudia y ella le dice infinitamente gracias. Foto. Claudia llora más y más. 2014, Claudia no da más. Le cae un piano en la nuca en el Kempes. Talleres se hunde ante Atlético Tucumán. Claudia llora. La consuela Diego. Foto. Se agarra la cabeza. Foto. Se toma la frente. Foto.

Javier Ferreyra, fotógrafo de Día a Día, dispara impiadosamente. El fútbol es esto, también. Y Talleres, después del vientre de su madre, es la placenta para el vivir de Claudia. “No sabés cómo me han cargado, jaja. No puede ser. Qué se va a hacer, así es la vida. Estoy condenada a sufrir. Pero yo lloro por todo, igual con Talleres, uno aprende a vivir. Pero es la razón por la que existo”, le dice Claudia Díaz Barrera a este medio. Día a Día logra dar con la protagonista de una historia que va de la mano con la T. Que tiene muertes en el camino y razones para seguir viviendo, siempre a la par de Talleres.

“Lo del miércoles fue muy duro. Nos costó mucho. Yo viajé a todos los partidos de visitantes del Argentino A. No falté a ninguno. Y voy a la cancha siempre, a todos los de local”, agrega.

La imagen es tremenda. Letal. Talleres acaba de perder ante Atlético Tucumán 2-1. Se siente un sulfúrico olor a descenso, aunque aún haya posibilidades de milagro. La decepción es tan grande que en el coliseo de la pelota, la plebe albiazul pide la cabeza del César. Insultos. Muchos. Claudia elige dejarse caer sobre la butaca de la platea. Y llora. Con el desconsuelo de la tristeza que existe sólo con ese sabor en el fútbol. Claudia es una bolsa llena de amargura.

“Yo siento una gran decepción y porque confío mucho en la gente. Creo en lo que me dicen. Los dirigentes, a la gente que está en el club, le creo. Es muy difícil lo que estamos viviendo. Les pedí a (Hugo) Bertinetti y a (Rodrigo) Escribano que le buscaran un psicólogo al plantel, que los levante, mucho antes de todo esto. Se nota en algunos jugadores que necesitaban apoyo, contención, que les lleven el apunte. No es solamente lo futbolístico”, dice con su pensamiento curtido en la piel albiazul.

Claudia, en las fotos, en la cancha y en la vida está acompañada de su marido Diego Ludueña. Y en la foto está Ailin, de siete años y Agustín, un amigo que llevaron a la cancha. También tiene dos hijos que esta vez no habían ido: Salvador (de 7, mellizo de Ailin) y Martín, de 12. Todos van a la cancha, siempre.

“Los chicos no habían ido por los parciales y el cole. Eso lo saben. Es así. Pero siempre que viajamos de visitante (se meten de incógnitos en las canchas, por la prohibición de visitante) vamos al lugar, los chicos se quedan en lo de amigos o en el hotel y con mi marido vamos a la cancha. Pasa que los chicos aún no pueden dominar los sentimientos y si hay un gol lo gritan y eso nos ha traído problemas, jaja”, dice sonriendo Claudia.

Talleres la está pasando mal, otra vez. Los de Talleres, todos, la están sufriendo. “No lo puedo creer. ¿Pero sabés una cosa? Los que ya nos conocemos de la cancha nos queremos. Siempre nos mandamos mensajes. Nos alentamos. No sabés la cantidad de mensajitos que me mandaron después de las fotos que salieron en tu diario”, dice ya con el “enojo” digerido. “Nos escracharon, jaja”, completa.

La bronca, la desazón viene por el lado de lo que le costó a los hinchas y al club. Que en menos de un año se esté penando tanto, es casi imposible de digerir. Igual, con esa tristeza, para Claudia no hay peor que lo que le tocó vivir a toda la familia. La muerte de Martín, de 22 años, su hermano perrazo de la T. Un accidente de moto se lo llevó de golpe.

“Cuando descendimos al Argentino A, lo soñé. Me decía que salíamos campeones. No sé, se me apareció mi hermanito. ‘Nena, salimos campeones, no vas a dejar de ir a la cancha’, me decía Martincito. Y así fue. No paré de ir a la cancha, local y visitante. Todos los partidos. No sabés las caras cuando en medio de un cumpleaños o reunión familiar les decía: ‘Bueno nos vemos, me voy a la cancha’”, dice a las risotadas Claudia.

Claramente, no todo es llanto en la vida. “Nosotros seguimos creyendo, llorando y angustiando y seguimos estando, a pesar de todo con la plena felicidad de sentir esta camiseta. Y si se va al Argentino vamos a estar más. Lo más lindo, lo más loco es que siempre pienso en el próximo partido. Los hinchas de Talleres nos queremos y compartimos la misma locura”.

–Hay hinchas que rompen el carnet y que no van más a la cancha.
–¡No! Respeto la tristeza y el descontento de los demás. El carnet no se rompe, pase lo que pase. Tengo carnets de cuando era chiquita (tiene 42 años, muy bien llevados) y los tengo bien guardaditos.

Una historia de vida. Claudia es docente. Es maestra jardinera y maestra especial para ciegos (ver más abajo). Da clases en el instituto Helen Keller y es una apasionada por Talleres, día y noche, gracias a su papá que le metió la transfusión de esa pasión incontrolable. “Tengo una alumna no vidente, Milagros, que la llevé a la cancha por primera vez. Es muy hincha de Talleres, estaba feliz”, dice Claudia que hasta cuando habla con sus alumnos trata de contarles en qué consiste el color azul, cómo es, qué características tiene. En fin, siempre pensando hasta en el inconsciente en Talleres.

“El hincha de Talleres sabe que siempre hay que sufrir, pero que tiene aguante. Después de tanta felicidad, como por ejemplo el día de la vuelta en la cara, después de eso también te caés, y volvés a levantarte. El hincha de Talleres disfruta de la compañía de los otros hinchas. Somos sufridos y muy pasionales”, completa.

La vida la puso otra vez de cara a una dura realidad. “Cuando descendió al Argentino le dije a mi marido: Yo viajo a todos lados. Y él me dijo que me hacía la gamba. Hemos viajado a todos lados. A Tandil me fui sola con amigos porque mi marido no podía”, cierra.

Para la locura por Talleres no hay límites en Claudia. Mientras esta historia se está escribiendo, viaja en auto a Mendoza (para el partido de hoy ante Independiente) con el marido y los hijos. Y van a estar con Talleres, ahí, “mudos”, mordiéndose. Esperando que la agonía se prolongue, que se encienda la ilusión o que todo se vaya a los caños. Y Claudia volverá a llorar. Se salven o no se salven. Haya fotos o no. Y Claudia volverá a estar ahí, aguantando, siempre.

Así vi el llanto de ClaudiaEn situaciones como ésta, uno sabe que los jugadores van y vienen. Pero en este mundo lo que no cambia es la lealtad de los hinchas.

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Aguante. Diego sigue, estoico, al lado de Claudia triste (Javier Ferreyra).

Así vi el llanto de Claudia


Por Javier Ferreyra

La cobertura deportiva es para los fotógrafos un dilema que se dirime en relación a qué es lo importante: los jugadores o la hinchada. En situaciones como ésta, uno sabe que los jugadores van y vienen. Pero en este mundo lo que no cambia es la lealtad de los hinchas.

Y la búsqueda se centró en lo que podía obtener de los hinchas. Se veían plateístas enojados, que mostraban sus rostros desencajados de bronca. También estaban las manifestaciones de congoja.

Allí estaba Claudia, con los ojos llenos de lágrimas. Me quedé enfocando el lente a esa mujer, sus hijos y a su marido. Él trataba de contenerla, tan triste como ella.

Es un instante incontrolable. Más allá del equipo del que uno sea hincha, es imposible no emocionarse frente a tanto desconsuelo.

Ante la foto publicada y su circulación en las redes sociales, Claudia me escribió enojada por haberla retratado así. Le expliqué que, si bien comprendía su molestia, estaba seguro de que con el tiempo esa foto sería para ella un recuerdo inolvidable y precioso.

Al otro día me volvió a escribir para agradecer y pedirme las fotos. Y así es como podemos contar su historia de pasión.


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Maestra. Con una alumna.

Claudia, amor por la docencia


Es maestra jardinera y está en la salita de cuatro años del Domingo Zípoli.

Claudia es una mujer orquesta. Muy familiera. Solidaria. Claudia está al pie del cañón con una gran vocación por la ayuda. Es maestra jardinera y está en la salita de cuatro años del Domingo Zípoli. Y también es docente “integradora” del instituto Helen Keller. Allí da clases, ayuda a los chicos ciegos.

“Desde el año pasado estoy como maestra integradora. Tengo cuatro chicos de Villa el Libertador y Primero de Mayo. Yo voy viendo lo que le dan a los chicos, porque van a escuelas normales y les paso todo al braile. Y cuando por ejemplo hacen toda la tarea en braile le traspaso a la maestra. Y también les doy cuestiones técnicas de manejo”, cuenta Claudia.

Más allá de sus funciones docentes, lleva adelante el hogar con su marido, la atención a sus hijos y, en el medio de todo eso, Talleres, la pasión en la que está embarcada la familia, desde siempre.

Opiniones en nuestro Facebook. Después de la derrota de la T, el miércoles, Día a Día subió al Facebook la foto de la familia albiazul, llorando, apenas concluido el partido de la derrota frente a Atlético Tucumán. Y repercutió mucho.

Leyendo muchos comentarios no hago mas q concluir que la violencia vive en nosotros y la intolerancia se hace visible...si el sentimiento de esta familia es llorar a su equipo es su derecho y no merecen descalificaciones. Triste.
Wernher Martinez

Soy de Belgrano pero esta foto de una flia llorando por amor a la camiseta merece el respeto y aplausos.
Matias Zelarayan

Estamos echos de hierro, quien se aguanta 3 descensos, 1 quiebra y 2 gerenciamientos y sin embargo acá estamos al otro día saliendo a la calle con la azul y blanca puesta.
Fernando Yoyi Talleres

Lo que pasa es que Talleres es un sentimiento que no se puede explicar, imposible de abandonar, más nos golpean más seguimos... Ojalá no sintiera todo eso, pero es inevitable, ojalá sea todo ganar y ganar, sería más fácil. Saludos a todos los matadores sufridos como yo.
Seba Vivas

Soy celeste pero respeto el sufrimiento de Talleres, no hay q creerse grande ni invencible y no hay q ilusionar a la gente cuando no hay armas para luchar, no hay q decir q es un partido ganable como dijo ghiso cuando cualquier equipo le puede ganar a cualquiera, esa es muy conclusión. Es triste q un equipo de Córdoba caiga.
Sebastián Bustos

Lloren familia que los sentimientos no se eligen, se expresan con risas o llantos. Amen al futbol o las cosas que nos hacen sentir vivos!!!! Dicen que deberian llorar o preocuparse por cosas más importantes ? La inflacion? La inseguridad ? Cada uno tiene el derecho de expresar sus sentimientos y mas alla del dolor de este momento, te felicito familia, ESTAN VIVOS. Soy glorioso de alma y les deseo lo mejor a Talleres, mas alla de las cargadas a mis amigos.
Edgardo Marochi