En Rosario, “Cacho” se recarga en cada receso. Disfruta las charlas con sus amigos en “El Granero”, el bar que tiene hace 15 años en el centro y se refugia en su familia, ahora agrandada por el nacimiento de Isabella.

Navidad distinta para los Sialle, allá en su patria chica de Rosario. Isabella tiene un par de meses y todos se pelean por atenderla. “Estamos contentos. Estamos alborotados. Sobran manos para cambiarle los pañales. Mientras me pueda hacer el distraído...”, dice “Cacho” a Mundo D. Un rato después, el entrenador de Talleres se fue al bar. Con los amigos de siempre. A degustar un café y una gaseosa. “Son amigos de siempre. Hay de todo. Amigos de la infancia, otros del fútbol. Hace 15 años que nos juntamos en el bar”, agrega el entrenador albiazul.

–¿Vas mucho al bar?
–Es mío.

–¿Cómo se llama?
–El Granero. Hace 15 años que lo tengo. Es un punto de reunión. Está en el centro. El centro de Rosario tiene varios bares icónicos. El Cairo es el más importante. Ahí era donde el genial Roberto Fontanarrosa hizo célebre la mesa con amigos.

–¿Estás cerca de El Cairo?
–En la zona. Pero ese es un bar de la gran siete. El mío es lindo, está en una de las peatonales. Es más chico. Hay jugadores de la época de los ’60 y ’70. Por caso, Juan Carlos Lallana, un centrodelantero que es rosarino y jugó en River. Pasa a tomar café, todas las tardes. Hay varias generaciones.

–¿Se juega al truco?
–Café, no más. No es un bar de ­cartas.

–¿Hablan de Talleres?
–Preguntan. Todo bien.

–¿Jugás al fútbol?
–Con ellos, no. A veces, con el plantel. Pero muy poco. Tengo muchos problemas de rodillas. Cada vez que lo hago, deja secuelas. Estoy con dramas.

–Tenés una anécdota sobre el centenario de Newell’s, donde te pusieron de “3”...
–Jugué un minuto. Me desgarré, ahí nomás. Fue un partido de veteranos y el plantel actual. Y a mí me pusieron en la punta y contra Mauro Rosales. “Nene, mirá que estamos grandes. Cuando la recibas, vos tocá”, le dije. Se la quise quitar, porque ya la había tirado larga y me desgarré. Ese equipo lo dirigía Héctor Veira; para el de los veteranos estaba José Yudica y Jorge Solari.

–Sos de la escuela de Newell’s, inclusive te dirigió Marcelo Bielsa. Pero siempre dice que hay otros referentes para hablar de él antes que de vos...

–Mi camada trabajó con él, pero fue una camada posterior la que venía con Bielsa desde inferiores. Ahí estaban Gamboa, Pochettino, Franco. Nosotros somos un poco más viejos. Los jugadores que formó, fueron realmente los que te nombré.

A Córdoba, por Talleres. Sialle disfruta de una distracción que se cortará en horas. Es que hoy regresará a Córdoba, porque se reanudan los entrenamientos con el plantel de Talleres, en el inicio del tramo en el que se jugará el ascenso a la B Nacional.

–Cumpliste un año en Talleres el 12 de noviembre. ¿Será el año de Sialle?
–Es importante y un orgullo que me hayan llamado y tener la posibilidad de conducirlo en un año clave. Donde no hay opciones. Hay una sola. De tratar de conseguir el ascenso, en un club que está bien manejado. Está faltando lo deportivo, que ojalá lo podamos lograr.

–¿Qué fenómeno has vivido con la gente en Córdoba?
–Hay que tratar de darle tranquilidad y optimismo. Es una situación complicada. Ya van cuatro años en el torneo. Es lógico que haya impaciencia, nervios, insultos. Es normal. En un club tan importante, es algo lógico. Sabemos cuál es la exigencia que hay en Talleres. En algún momento puede pasar que la gente se impaciente.

–Ha pasado un año movidito. Hasta te pegaron con un proyectil en Crucero del Norte...
–Y me encerraron en el vestuario con cuatro policías. Fue real. Pero bueno, nosotros queremos darle tranquilidad al grupo. En cuanto al puntaje estamos bien y en cuanto al rendimiento, tenemos que mejorar. Si nosotros logramos que el grupo mejore y que cada jugador de un poco más, nosotros estamos convencidos de que podemos llegar a ascender. El trabajo nuestro es tratar de potenciar a cada muchacho.

–¿Y cómo es el balance que vas haciendo?
–Hay clubes en los que los balances no sirven. Hay un solo objetivo: es el ascenso. Si se hace una muy buena campaña y no ascendés, es lo mismo que nada. Con Talleres en Primera División, una buena campaña es positiva. En esta situación, no. La buena campaña no sirve. Lo único que sirve es ascender y nada más.

El “profe” Navarro. Adrián Navarro acompaña a Arnaldo Sialle desde hace años. Es el preparador físico albiazul y desde que llegó al club se ha notado una mejora, un aspecto muy criticado en las tres campañas anteriores. Ahora, la estadística indica que la “T” ha ganado muchos puntos en la etapa de cierre de un partido, tras comienzos irregulares.

“Trabajamos en inferiores de Newell’s. Salvo en Puerto Madryn, que no estuvo conmigo porque estaba en Guaraní de Paraguay. Adrián también es DT. Planteamos un trabajo exigente y agradecemos la predisposición del grupo. Nunca pusieron mala cara”, contó Sialle sobre su colaborador.