Mano a mano con Villita. Villarreal quiere más en la T. Es referente del equipo, líder y motor de la pelea final: el ascenso.

Se paró un día. Sin calenturas. Pero sin ninguna sonrisa. Sin desafíos desmedidos, pero con esa clara idea de lo que pretendía. Y los habló a todos. Los miró a la cara, uno a uno en el vestuario. “Muchachos, desde hoy, todos tomamos del mismo mate, ¿está?”. Nadie dijo nada, y empezaron a desaparecer los otros. Quedó uno en la mesa del medio. Y hoy está maltrecho. Ya pide el cambio el pobre mate. Pero todo el plantel toma de ahí, de una sola bombilla. Puede parecer insignificante, pero lo que todos entendieron fue el mensaje. Javier Villarreal, protagonista central de esa anécdota, el capitán de Talleres bajó la línea. “Muchachos, yo quiero la gloria como todos, quiero a Talleres arriba, pero tenemos que estar todos en la misma, así debe ser”, fue el mensaje final. De aquellas primeras charlas en la intimidad a esta realidad de hoy, tras el triunfo de la T en Sunchales sobre Libertad por 3-0 ha pasado bastante, aunque falte una eternidad. Villita pasó ayer el día de la madre feliz, con su familia, con su esposa, con sus hijos. Y tuvo una noche en calma, volviendo a Córdoba con la felicidad de que todo va muy bien en la T.

“No sabés cómo se pone cuando juegan mal, ni hablarte de si no ganan”, cuenta su esposa Natalia por lo bajo. Villita es un tipo amable, respetuoso, pero quiere ganar. Como todos. Y no se banca perder. “Sufro mucho si no me salen las cosas. Y rezo, rezo más y más hasta calmarme”, agrega el volante central albiazul. El padre, el hijo, el hermano. El que quiere ser todo eso a la vez en la cocina de la T.

“Hay que hablar con los chicos. Y tengo un contacto muy directo con Cacho (Sialle) con Jesús (Nievas) y con Diego (Aguiar)”. Es la columna vertebral de lo que se llama el sostén anímico. Los pilares en los que se debe apoyar el entrenador para que ellos manden dentro de la cancha. Y para que el vestuario tenga ese control, la contención para los chicos, la amistad con los que deben esperar una oportunidad. “Estoy realmente muy feliz por el triunfo que trajimos de Sunchales. Creo que el equipo anduvo muy bien, pero siento que estamos bien todos. Los que no juegan esperan, no ves una mala cara, podemos hablar en serio cuando hay que hacerlo e ir de frente. Eso es lo que todos queremos y acá hay un vestuario que se está moldeando, construyendo”, agrega. Villa es un pibe de barrio. Un chico que en el pasado cometió errores. Que aprendió. Que se curtió. Que salió de su barro y pudo brillar. Ganó todo en el fútbol. Fue figura en primera. Y hoy está acá, soñando con devolverle todo a Talleres, el club que lo moldeó como jugador. “Es todo, es un sueño siempre estar acá. Y yo quiero que en junio nos abracemos todos. Yo vengo a saldar una deuda con Talleres y terminar este campeonato a la manera en que vine, el ascenso está en mi corazón. Uno siente que estamos por el camino correcto hacia lo que buscamos. A las cosas adversas hay que pasarlas”, dice el 5 de la T. Justamente, a la adversidad hay que superarla como dice, como cuando un tiempito atrás los mismos hinchas albiazules lo silbaron, le reprobaron su rendimiento en cancha.

“A nadie le gustan los silbidos, porque uno tiene sentimientos. Yo me puse las pilas y entendí la situación, la ansiedad, la desesperación y estaba dentro de las posibilidades y gracias a Dios que me dio la tranquilidad. En la tormenta salí adelante y es un desafío de poder haberlo revertido”, sostiene.

Es un domingo tranquilo. Pasó la mañana, el regreso de Sunchales. Pasó el asado del mediodía, el día de la madre. La felicidad plena está enfrascada en una azul y blanca con el cinco en las espalda.

Javier juega con los hijos, los lleva a pasear y termina donde siempre empezó: la familia. Canta “Alma para conquistarte...”. La tararea feliz. Tiene claro que el sol asoma tras las tormentas. Eso es lo que quiere en Talleres. Un sol que alumbre a todos de una vez, aunque aún falte un montón.

Jugador número 5


- Cabeza. Es cerebral, piensa mucho y sabe que cuando entrega una pelota tiene un sentido.

- Entrega. Demostró que, aunque los años no vienen solos, está a la altura de un torneo durísimo. Se cuida mucho, está bien entrenado y mejoró sus cierres de partidos desde el aspecto físico.

- Precisión. La escuela del pase. Muy preciso para el traslado. Y aún quiere mejorar su llegada al borde de área para el remate. La virtud es que no “rifa” balones. Difícil entregue mal.

- Visión. Advierte su idea del “segundo pase”. Lectura de juego para el juego ofensivo y defensivo. Ubicación.

- Liderazgo. No es permisivo en los errores. Habla, tiene don de mando, pero puertas adentro busca cohesión del grupo.

“No me pelearía nunca con Chitzoff”


Si hay un tipo querible en el plantel albiazul ése es Diego Chitzoff. Un loco de esos que a la larga terminás como amigo. Por eso, la versión que se corrió en Sunchales, rápidamente fue aclarada por el otro protagonistas: Javier Villarreal. ¿Cómo se generó? Fue al final del primer tiempo. La T recibió una contra fulminante. Y Villita quedó sólo, mano a mano contra dos rivales. La jugada terminó, aunque desperdiciada por el local, cerca del empate. ¿Qué pasó entonces?

“Pasó que discutimos porque hubo una desinteligencia. Teníamos un córner a favor (subieron los centrales) y no quedó nadie, nos desbalanceamos y en la contra quedamos expuestos”, dijo Villarreal. De ahí provino el final de la etapa y, antes de entrar al túnel hubo un entredicho fuerte que siguió en el vestuario. “Es que cometimos otro error. Lo sacaron rápido al córner y por ahí hay detalles que hay que tener en cuenta. No hay necesidad si vas ganando y se termina la etapa, de hacerlo tan rápido. son fallas que se corrigen hacia adelante, realmente tenemos que estar cien por cien”, completó.

Mientras, en torno al defensor albiazul, el capitán recalcó: “Discutimos porque fue confuso y quedamos mal parados. Y lo hablamos también con Cacho (Sialle). Son cosas para sumar. En el colectivo estuvimos charlando y después nos reíamos un poco. No me pelearía nunca con Chitzoff, ja. Por ahí son cosas que las pagás caro y estás a mil por horas, son detalles a corregir. Nos conocemos de Colón con Diego, hace bastante”, cerró el volante.