No tan solos. Aguiar y Requena brindaron una tarde en la que Talleres zafó de perder. Fueron claves en las que tuvo el Albo salteño. Si se falló en el arco rival, en el propio todo fue acierto.

Son como los boxeadores. Usan sus manos para subsistir. Para sentirse protegidos. Son los que empuñan, manotean, evitan. Son como los boxeadores los arqueros. Porque están solos. Porque son ellos y la gloria. Porque son ellos y la nada. Son los arqueros, esos a los que les vivimos sacando hasta el banquito. Un error es la silla eléctrica. Y un acierto de esos espectaculares, siempre quedan relegados al grito del gol de un compañero. Por detrás, allá al fondo, a nuestras espaldas, las de todos, están ahí. Paraditos. Agazapados. Están ahí frente a un pelotón de fusilamiento y a los que nadie les pide la última voluntad.

Talleres tuvo ayer en ellos a los que dieron de vivir. Los que perdonaron los errores de los demás, de los otros. Los unos, Diego Aguiar y Leandro Requena fueron quizás de lo más destacado que se vio en la tarde de barrio Jardín. Porque todo lo que le faltó al equipo en el arco rival, lo tuvo en el arco propio. Si Aguiar llegaba a este partido después de una semana de olvido: se había “comido” dos goles en San Francisco en el 2-2 en el que Klusener le “salvó las papas”.

El 1 puso el pecho y las balas impactaron hasta que ayer salió al campo de juego. Después de un primer tiempo en el que cumplió en todo, a los 14 del ST le tapó un mano a mano a Ivo Cháves que había picado el balón y sufrió un golpe en el ojo.

“La verdad que a uno lo reconforta que la gente te reconozca. Uno sabe de las urgencias que tiene Talleres y que el mínimo error lo pagás caro, como lo sufrí el fin de semana pasado. Lo tomé bien que la gente valore lo que uno hace durante la semana y agradezco los aplausos”, dijo Aguiar después en vestuarios con un apósito en su ojo izquierdo. Le harán unos estudios para determinar qué problema tiene. Igual, el 1 tiró un datazo para los hinchas: “Me pasó lo mismo que en el Nonagonal 2011, jugando para Desamparados, ante Huracán de Tres Arroyos y ascendimos”.

Se fue con una ovación que lo emocionó al 1. Fue notorio, además, de la manera en que saludó a Leandro Requena, su reemplazante: “Somos un plantel de arriba de 25 jugadores que todos tiramos para el mismo lado”.

No la tuvo fácil “el 12”. Pero Leandro, que se vino cargando la temporada pasada encima, además de mostrar un temple acorde al nerviosismo de la gente, tuvo dos tapadas espectaculares.

El 0-0 pareció un tesoro hallado en el camino para la T. Leo le sacó un bombazo a quemarropa de Leandro Zárate. Y luego, en un remate frontal, esquinado y bien abajo desvió el disparo de Ceballos, tras una contra del Albo.

“Hay que estar preparado para cuando se necesite en el equipo”, expresó Requena, pero no escatimó flores para su compañero. “Con Diego tenemos ua linda amistad y por eso la competencia es muy sana. Queremos que nos vaya bien tanto a uno como al otro y sobre todo para el bien de Talleres. Me preocupó mucho que haya tenido que salir porque eso es lo peor para un arquero”, concluyó.

Hay que darle la derecha a ambos, fueron los unos sobre los otros y por eso no perdió la T.