La "T" se quedó con un triunfazo en el Kempes ante Central Córdoba y no se resigna. Claudio Riaño marcó el único tanto del partido. Levantó claramente su imagen y quedó a las puertas de la clasificación.

Este Talleres tranquilo, ordenado en gran parte del partido, insistente y entregado, poco se pareció al opaco equipo que fue goleado por Racing hace apenas cuatro días. Sin haber tenido una brillante actuación, el elenco albiazul entendió, por una vez, a qué tenía que jugar en este encuentro en particular. Así, con eso, y con casi nada de un insípido Central Córdoba, se quedó con tres puntos de oro. Mientras las matemáticas resisten, la "T" no se resigna.

Cambio de esquema, cambio de nombres. 4-4-2, un reordenamiento en la última linea, una gran apuesta a las bandas y una marcada confianza en la dupla de delanteros, le dieron el contexto específicamente táctico al partido. Y desde que el encuentro arrancó, pareció respirarse un leve aroma a acierto desde el banco de suplentes. Desde el minuto cero, la "T" fue el dueño de la pelota. Abrió la cancha, juntó a los que saben, buscó por muchos y variados medios. Todos los factores parecían estar claramente ordenados en función de una esperanzadora victoria albiazul. Habitualmente en Talleres, cuando casi ninguno colabora, cuando casi todo sale mal, la letal dupla de delanteros se fue encargando de salvar las papas y entregar al equipo una chance más. En esta oportunidad, fue casi la única variable que no podía encaminarse hacia la victoria. La "T" recuperaba, armaba, abría, buscaba, llegaba, pero no convertía.

Así pasó el primer tiempo, así arrancó el segundo. Con Francés incontenible por su sector, con Carabajal rapidísimo por el suyo, con Díaz generando, con Ballesteros ordenando (aunque no siempre), con Riaño y Saez empujando, intentando, renegando. Mas ingresaban los jugadores de buen pie, y más Talleres hacía uso y abuso de la escasa performance del rival. Pero equivocaba en la última decisión, y seguí sin convertir. Y cuando la popular comenzaba a levantar particularmente su temperatura, cuando la platea comenzaba a entrar en una crisis nerviosa, cuando parecía que la "T" tenía definitivamente la pólvora mojada, se abrieron los cielos, y desde allí vino el tan ansiado gol. Tras un mano a mano (uno más) tapado por Burtovoy, la pelota le quedó a Farías, recién ingresado, que ni dudo en mandarlo a la olla. Y mientras los defensores se debatían por quién iba a despejarla, mientras Sáez intentaba reubicarse en el área para alcanzar la pelota, Riaño se convenció de que Talleres tenía que ganar, y con un cabezazo certero la mandó al fondo de la red, por encima del ya resignado arquero, a los 29 del ST.

A partir de ahí, Talleres fue puro oficio, fue puro corazón. Sí, ese oficio que hacía mucho que no se veía. Ramiro Pereyra se disfrazó de lider, Riaño puso la pelota abajo de la suela y su cuerpo entre ella y el otro, Francés se encargó de terminar de enloquecer a defensores y volantes rivales, Ballesteros multiplicó sus últimos esfuerzos, y la defensa hasta inventó recursos nuevos con tal de que la victoria quedara en Córdoba. Obvio, todo esto, no sin pasar algún sobresalto, producto de los inevitables malentendidos en la última línea, que le dieron lugar a los tibios (casi fríos) embates ofensivos santiagueños. Así, con inteligencia, con corazón, y con algo de orden, la "T" obtuvo tres puntos que lo dejan con 29, a un solo del lote de los que cierran la zona de clasificación. Esta victoria lo ubica de nuevo en la espera.

Cuando parecía que se resignaba y se iba, Talleres decidió quedarse en la fila. Hay una cola larga, son muchos los que esperan para sacar su boleto hacia el reducido, pero Talleres, cuando estaba por irse, decidió quedarse y contar las monedas que le quedan. Quizás, si los demás se cansan de esperar y abandonan, y si las chirolas le alcanzan, pueda comprarse algún pasaje y subirse al bondi. Quizás la ventanilla no le cierre en la cara y lo deje sin viajar. Quizás pueda subirse, quizás pueda prenderse. Talleres decidió quedarse, hacer la fila, e insistir hasta el final.

A favor.

- El incontrolable Francés. Cada día mas insoportable para los defensores. Además, hoy le aportó una cuota de entrega en la marca sobre el final. Fue la figura.
- La actitud goleadora. Cuando parecía que todo moría en cero, Riaño metió la cabeza y le dio la victoria. La delantera volvió a cumplir con su misión. El equipo hoy funcionó, y con ese tanto fue suficiente.
- El cambio de esquema. A la "T" le vino bien la renovación. Valió el intento del DT. El equipo fue más ordenado y, aunque no brilló, ganó.

En contra.

- La defensa. Le sigue faltando. En algunos momentos aparecieron fantasmas de errores pasados, que pusieron en jaque la victoria. Hay que seguir trabajando.
- El arco. Si bien tapó varias claras, Requena sigue sin proporcionar la seguridad que la valla de Talleres necesita.
- La pelota parada. Contó con 18 tiros de esquina a su favor (más algún tiro libre). No solo que no convirtió por esa vía, sino que no generó ninguna chance clara.

Síntesis


Talleres: Leandro Requena; Nicolás Romat, Juan Pablo Rezzónico, Nicolás Trulls y Walter Ledesma; Gabriel Carabajal, Nicolás Ballesteros, Agustín Díaz y Claudio Francés; Sebastián Sáez y Claudio Riaño. DT: Arnaldo Sialle.

Central: José Burtovoy; Hugo Vera Oviedo, Silvio Giovenale, Alan Vester y Federico Pereyra; Agustín González Tapia, Eric Chmil, Diego Suárez y Leonel Coudannes; Carlos Salvatierra y Darwin Barreto. DT: Daniel Córdoba.

Gol: ST: 29m. Riaño (T).
Cambios: ST: 5m. 16- Leonel Coudannes y 18- Iván Pailós por Chmil y Salvatierra (CC) respectivamente; 13m. 16- Ramiro Pereyra por Díaz (T); 20m. 14- Favio Alvarez por Romat (T); 26m. 18- Lucas Farías por Carabajal (T) y 31m. 14- Diego Castagno por Suárez (CC).
Amonestados: Rezzónico (T). Chmil y González Tapia (CC).
Arbitro: Darío Herrera (Lincoln)
Cancha: Estadio Mario Kempes.
Público: 18 mil personas.