La caída por 3 a 0 ante Racing en el Kempes no fue tan solo una pérdida de tres puntos. La "T" quedará lejos de la zona de clasificación, con los ánimos por el piso, y sin respuestas futbolísticas. El equipo volvió a jugar mal y se quedó con las manos vacías.

Algunos fallos polémicos del árbitro, alguna pierna puesta de más, las pelotas escondidas desde los 35 minutos del primer tiempo, la mala fortuna en algunos embates ofensivos, hacen apenas un mínimo porcentaje del total de las causas de la derrota albiazul anoche en el Kempes. Talleres perdió porque no hizo nada para ganar. Simplemente por eso. Tras un flojísimo rendimiento, en lo que debió ser uno de los partidos mas importantes de la temporada, la "T" se quedó sin nada y muy lejos de alguna posibilidad de clasificación.

En Talleres, volvió a verse el equipo inconexo que se observó ante Alumni el viernes pasado. Individualidades que intentaron por su cuenta y sin compañía (menos en esta oportunidad que en aquella otra), embates desesperados y sin sentido, pelotazos, centros en cantidades industriales, descontrol, desorden y desconcierto. Errores defensivos por doquier y escasa (casi nula) claridad con la pelota en los pies, hicieron de Talleres el rival ideal para Racing, que jugó su mejor partido desde que comenzó el año, y se alzó con una gran victoria.

¿Será nuevamente una cuestión técnica? ¿Se demoró en los cambios? ¿Erró cuando los hizo? ¿Podía Sialle revertir la situación? ¿Tiene con qué? Muchas preguntas, pocas respuestas. Los mismos delanteros pueden ser una tromba un día, una sombra otro. El mediocampo nunca termina de conformarse y solidificarse, lo que limita el crecimiento del equipo desde ese sector. La defensa padece una enfermedad crónica: desfilan los nombres, se modifican casi imperceptiblemente los rendimientos individuales, pero nunca funciona como una verdadera defensa. Los rivales, de fiesta. El arco no termina de sentirse seguro ni con uno ni con otro. Y los recursos comienzan a acabarse.

Quizás todo esto sea parte del mismo desorden en el que fue concebida la temporada: un comité asesor que nunca existió, una dirigencia que nunca pudo ordenarse en cuanto al fútbol profesional, un DT que arrancó sin haber tenido nunca un proyecto serio. Si esto es el comienzo, si bajo estas condiciones se eligen los refuerzos, es muy complicado que las cosas lleguen a buen puerto. Hoy la gente mira incrédula a los refuerzos que llegaron y no rindieron nunca, a los pibes que entran y no tienen confianza ni si quiera en ellos mismos, a los que se fueron y la rompen con otras camisetas.

Sólo tres encuentros lo separan del final de la primera fase del torneo. Y lo que mas preocupa no es la cantidad de puntos que hay entre su posición y la del último que ingresa a la zona de clasificación, sino el oscuro presente futbolístico que atravieza, que desanima al más optimista, y rompe con cualquier ilusión. La gente quizás no deje de ir a la cancha. Y probablemente no lo haga motivada por lo que Talleres muestre, por lo que Talleres ofrezca, por la posibilidad de que Talleres ascienda; porque eso está verdaderamente cada vez más lejos. Los optimistas están desanimados, los ilusionados dejaron de estarlo. Y no dejan de preguntarse: ¿Cómo se hace para salir del maldito torneo Argentino A?