Atilio, padre de Daniel, falleció el domingo. Jugó en Talleres en la década del ´40 y´50. Tenía 90 años y murió "de forma repentina".Daniel es el que entrega el ramo de flores al capitán y Atilio es el más alto de todos. La foto es de 1951 (Foto: La Voz / Archivo).

Fue mucho más que el papá del gran Daniel. Atilio "el Toro" Willington, fallecido de manera repentina el domingo a los 90 años, fue referente ineludible del Talleres de los años '40 y '50, en la época heroica de un fútbol cordobés que transitaba sus primeros pasos del profesionalismo.

Fue un centre half (lo que hoy sería un volante central) de gran personalidad y líder dentro de la cancha y también poseía un fuerte y preciso remate que lo convertía en dueño de la pelota en cada tiro libre cercano al arco rival. Llegó a la "T" en 1947, ya con 27 años, después de haberse iniciado en el club La Capital y de un paso por Sportivo Guadalupe, de su Santa Fe natal.

Su presentación fue en barrio Jardín, ante Lanús, en un amistoso que los granates se impusieron 5-4 el 23 de febrero de 1947. Oficialmente, su debut fue para olvidar: ante Belgrano, la tarde en que la "T" perdió 9-4 y en la que "el Toro" se fue expulsado a los 11 minutos del segundo tiempo. Pero el súperclásico cordobés le daría numerosas revanchas. Jugó 26 ediciones y, además de anotar dos goles, lo vio festejar en épicas goleadas de los albiazules, como el 7-0 y el 6-1 de 1950, ó los dos 6-2 que le propinaron a los de Alberdi en 1952.

En su primera temporada también fue partícipe de una recordada paliza por 4-0 sobre Boca, la tarde en que la figura visitante, Mario Boyé, no se bancó las cargadas de la hinchada albiazul y arrojó un botellazo contra la tribuna. También fue testigo privilegiado del 8-3 sobre Instituto por el Preparación de 1952.

Con la entidad de barrio Jardín cumplió una destacada campaña hasta 1954, período en el cual disputó 142 partidos oficiales y anotó 15 goles, además de dar siete vueltas olímpicas: los Oficiales de 1948, 1949, 1951 y 1953 y los Preparación de 1950, 1951 y 1952.

Sus últimos "cartuchos" como jugador los quemó en Independiente de Oliva, antes de ponerse el buzo de director técnico, con el que dirigió a varias entidades locales y al propio Talleres entre 1959 y 1961. Su salida del cargo fue obligada: recibió una dura sanción por parte de la Liga Cordobesa después de agredir con un puntapié al árbitro Marcelino Reyes Castillo, lo que le valió dos años fuera de las canchas.

El 7 de junio de 1959 se dio un gusto que, acaso sin intuirlo, marcaría un episodio histórico: en un partido por el Preparación de la Liga ante Huracán de barrio La France, hizo debutar con la camiseta número "8" a su hijo, Daniel Alberto, quien rápidamente se convertiría en el ícono más importante de la historia del club.

Se fue "el Toro". El fútbol cordobés está de duelo.

Los restos de Atilio Willington son velados hasta mañana, en la sala de Duarte Quiroz 930, y serán sepultados este martes a las 11, en el Cementerio San Jerónimo.