El enganche de Santamarina de Tandil, Darío González, fue una de las figuras del partido. Por su pasado en Talleres, en repetidas ocasiones fue silbado por la gente, al igual que al volante Emanuel Giménez, otro nacido en la cantera albiazul y que ingresó en el segundo tiempo. De todos modos, causó sorpresa la despedida que brindó la “Vizcacha” al público: se destapó la manga de la camiseta para enseñar el escudo de Talleres que lleva tatuado. “Los insultos de la gente no me van a cambiar el sentimiento que tengo por este club. Jugué 15 años en las inferiores, dejé la vida por la camiseta. Nunca cerré la puerta y por más que ahora solo tengo en mente lograr el ascenso a la B Nacional con Santamarina, quizás algún día pueda regresar”, comentó González a LA MAÑANA.

Sobre el partido, comentó: “Fue difícil. Es una sensación rara enfrentar a Talleres pero es lo que me toca. Tuvimos chances de hacer goles, pero sin embargo el resultado es positivo, porque seguimos arriba”. Cuando se le consultó por una discusión con Federico Lussenhoff, agregó: “No fue nada, el “Colorado” pensaba que estaba sobrando a alguien y después me pidió perdón. Es un gran profesional”.

Giménez también. “Era lógico que el hincha me reciba con silbidos, pero nada de otro mundo. Si no me quieren silbar más, que me hagan fuerza así me llamen para jugar en Talleres (risas), comentó Emanuel Giménez, otro ex albiazul.