Jugadores de Talleres y Racing armaron una batalla campal al término del partido. Los albiazules acusaron a Artura de “sobrar”, los albicelestes a un control y a Galíndez de provocar. El árbitro no habría identificado a ningún jugador.

Las pulsaciones estaban a mil por hora. La sangre llegó al punto de ebullición. El nerviosismo era protagonista en el Estadio Córdoba, y por eso, tras el empate de Talleres en el cuarto minuto de descuento, y la finalización del partido, se desencadenaron unos tumultos que después se transformaron en una batalla campal entre los jugadores albiazules y los de Racing. Un final que el clásico no merecía. Tanto se pregona que no haya violencia en las tribunas, aunque esta vez, la hecatombe nació en el terreno de juego.

Artura, el blanco. Ni bien el juez dio el pitazo final, la mayoría de los futbolistas de Talleres fueron a provocarlo o en su defecto, devolverle gentilezas, al volante “Académico” Jonathan Artura. El ex Boca fue acusado por todos de “sobrar” el partido y a los rivales, con su forma de jugar displicente, y también hablando en cada jugada. Lógicamente, la reacción del propio Artura y de sus compañeros no tardó en caer, y los tumultos se trasladaron hasta el arco que da a espaldas al autotrol. De la turba iracunda ya formaban parte los suplentes, algunos directivos, y hasta controles del Estadio. Repobable desde todo punto de vista. Pero el fósforo que terminó de encender la mecha fue un golpe de puño del lateral albiazul Edgardo Galíndez que impactó en el rostro de Hernán Fernández. Ahí se “pudrió” todo. Por casi dos minutos, los intercambios de patadas, trompadas e insultos fueron propios de una película de acción.

“Fue culpa del 10 de Racing”. El delantero de Talleres, Adrián Aranda, no quiso entrar en polémica, y por eso fue sintético a la hora de dar su punto de vista del escándalo. “Ya está, ya pasó. No tenemos ningún problema con los jugadores de Racing. Pero con el desahogo, se armó lío. Fue culpa del 10 de Racing, que pisaba siempre la pelota y a muchos compañeros le cayó mal eso. Ojo, no quiero justificar lo que pasó después, no debe volver a repetirse nunca más”.

Y puso paños fríos a la situación: “La mayoría de nosotros fue a frenar los tumultos, no queríamos que todo terminara de esa manera. Reitero que esto no debe pasar más, no puedo justificar lo que pasó, los dos equipos estuvimos mal”.

El control acusado. Una vez disipado el tumulto, el secretario de Racing, Sergio Martínez, casi se toma a golpes con un control, quien sería allegado a la Fundación Azul y Blanco. “Cuando empató Talleres me vino a cargar y me lo dedicó con un insulto. Lo fui a buscar, pero me siguió provocando. Eran varios, unos controles y otros de la Fundación”, explicó Martínez con mucha indignación y bronca. Además agregó que no procederá con la denuncia policial.

El árbitro. Miguel Mazzón abandonó el vestuario de árbitros sin emitir declaraciones. Sólo se limitó a responder, ante la consulta sobre si informará el escándalo en el Consejo Federal con un “sí, no diré nada ahora, pero se van a enterar pronto”. De todos modos, el informe sería por “tumultos generalizados”.

Mazzón no habría identificado a jugadores, porque había mucha gente al momento.