Las 20 mil Matadores que fueron al Chateau se fueron chochos con la producción del equipo.

Definitivamente, se siente bien. El frío del cemento de la popular y la forma del asiento de las plateas le son más que familiares. En este Argentino A, el hincha de Talleres le volvió a tomar el gustito a jugar en el Chateau que, durante mucho tiempo, fue su casa. Los recuerdos de los logros más importantes de la historia hacen que se le tenga cariño al Estadio después de haber tenido un romántico regreso a La Boutique durante las últimas dos temporadas.

Aproximadamente 20 mil personas le volvieron a dar un marco impresionante a un partido que los locales necesitaban ganar para ratificar el buen momento del equipo. Es que, cuando a los que juegan le va bien adentro de la cancha, los de afuera se entusiasman y apoyan. Es la lógica de la mayoría de los equipos y sus hinchas. Pero los albiazules están logrando que el apoyo masivo sume a los incondicionales de siempre y a los que se suman al éxito. O sea, a los que están en las buenas y en las malas.

Llegar una proeza. Para el hincha de Talleres, el camino al estadio fue largo y complicado. Antes del horario de inicio del juego, el tráfico alrededor del Estadio Córdoba era imposible. Los bocinazos, "apurate que no llegamos" que le gritaban al chofer del colectivo varado en la avenida Cárcano, el trote rápido de los que prefirieron caminar para no tener que lidiar con los embotellamientos y las motos esquivando autos y camiones eran la postal previa al ingreso a la cancha.

Como es de costumbre en estos casos donde se prevé una gran concurrencia, el inicio del partido fue demorado 10 minutos, aproximadamente.

Explosiones rápidas. El aliento se hizo sentir desde antes del comienzo del encuentro. Los hits entonados por la hinchada de la T tienen una sola temática:"volver". Pero después de un recibimiento que hizo temblar al estadio, y cuando las gargantas todavía recién se estaban calentando, llegó la primera detonación del fervor: el primer gol de los albiazules a cargo de Moreira Aldana cuando se jugaban sólo cuatro minutos. A la alegría le siguió un rato de tranquilidad que volvió a romperse en el festejo del golazo de Agustín Díaz, a los 19. El rápido 2-0 le dio a los hinchas la paz necesaria para empezar a disfrutar de un partido. Algo que hacía mucho que no pasaba por las urgencias de los resultados.

Cancha grande, achica rival. A cualquier observador objetivo le daba la sensación de que a Talleres, la cancha le sentaba bien pero el rival, en este caso los santiagueños, esta vez sintió el peso del marco y del entorno no sólo del público sino de toda la geografía de un Estadio Córdoba cada vez más familiar. Donde se agranda para dejar bien chicos al resto.