Talleres perdió el partido que no debía perder. Fue derrotado en barrio Jardín por Los Andes 2 a 1 y ahora sí, su permanencia en la B Nacional quedó realmente comprometida.

El destino le puso a Talleres la cuarta posibilidad de salir del descenso directo y de alcanzar a sus más inmediatos adversarios. Y al igual que en las tres ocasiones anteriores, las desperdició. Porque anoche tuvo en frente a Los Andes, y un triunfo lo hubiera dejado en la misma línea que Almagro. Pero otra vez la suerte le fue esquiva. Cayó 2-1 ante el equipo de Lomas de Zamora y su diagnóstico es más que reservado.

Los dos equipos más comprometidos con su permanencia se vieron las caras en la Boutique para disputar una verdadera final para revalidar su lugar en la B Nacional. Pero sólo el visitante fue quien asumió el compromiso haciendo todo lo posible para liquidar el partido en los primeros 45’. Con un ambicioso esquema de 3-3-2-2, el “milrrayitas” fue mucho más incisivo casi sin proponérselo y encontró la ventaja. Aprovechó el desconcierto albiazul para que el experimentado Alberto Yaqué anotara dos goles.

El primero fue a los 12’, tras una precisa habilitación de Marcos Brítez Ojeda, y ganando en el mano a mano con Valentín Brasca. El segundo dejó en claro el desconcierto de Talleres: en un córner a favor, Los Andes sacó rédito de una contra quedando tres atacantes contra Emanuel Céliz, y otra vez el ex Almagro la mandó a guardar a la red, tras otra gran habilitación de Brítez Ojeda y una precisa y efectiva triangulación en la jugada previa.

¿Talleres? Nerviosismo, impotencia y hasta casi resignación. Contó con algunas chances para anotar pero su falta de eficacia se agudiza partido a partido, y el rival le pasa factura.

Llovió de centros el área del seguro “Cubito” Cáceres pero no le sacó provecho a la pelota parada, apenas si se cuentan un cabezazo de Bartollini que salió arriba del travesaño y otra aproximación de Zermatten. Nada más. Demasiado poco para un equipo que se juega mucho.

Talleres luego tendría por delante 45’ en donde se jugaba mucho más que tres puntos, pero por lo general únicamente con ganas y voluntad no se puede.

El entrenador albiazul, Raúl Peralta, apostó a jugar con tres defensores, disponiendo el ingreso de Pablo Azcurra por Guillermo Báez en busca de un mayor control de la pelota. De todos modos, el nerviosismo fue protagonista en Talleres que siguió inmerso en un mar de dudas, que prolongó la agonía hasta el final.

Incluso la ventaja de Los Andes pudo haber sido mayor, ya que se paró de contra, rearmó dos compactas líneas de cuatro y de ahí planteó el trámite con la desesperación de Talleres.

El gol de Moreyra Aldana a los 25’ (quiso ejecutar un centro y se la coló por detrás, en un ángulo a Cáceres) sirvió para alimentar la esperanza, pero el resultado no se iba a modificar.

Por el contrario, cada minuto que pasó acrecentó la ansiedad del público, y los propios protagonistas nunca pudieron resolver el enigma que había planteado Los Andes. El triunfo visitante no estuvo en discusión, no ganó con autoridad pero sí con justicia y algo de lógica.

Y mientras Talleres siga con su prolongada ausencia de un patrón de juego, va a seguir padeciendo. El margen por su lucha en conservar la categoría dejó de ser escaso para convertirse en mínimo. Otra vez dilapidó una oportunidad de ponerse en carrera y a esta altura de la película, puede ser fatal.