Violencia en el fútbol


Por Gustavo Veiga.


Hubo marcha atrás y no habrá más restricciones para el público. Se aplicará la quita de puntos.

Volver a la normalidad, como anoche determinó el Comité Ejecutivo de la AFA -o sea, que se juegue sin restricciones de público- no será también, ¿volver a la anormalidad? Porque el fútbol, que de previsible no tiene nada en el juego, también se volvió imprevisible por los desaguisados de sus dirigentes. Y eso quedó demostrado ayer, con una conducción que no sabe adónde va y que se mueve por estímulos externos. En este caso, fue por la presión de Agremiados y el escaso o nulo consenso que tenía la medida de prohibirle la entrada a la mayoría de los hinchas.

"El fútbol vuelve a como estaba hace 15 días (en realidad 10), con los hinchas visitantes en la cancha. Con la ley De la Rúa y el reglamento de la AFA es suficiente", dijo al salir de la reunión Pedro Pompilio, el vicepresidente de Boca.

El mamarracho no logró borrarlo ni el mejor quitamanchas. Golpeada, a la defensiva, la dirigencia del fútbol volvió sobre sus pasos y anuló las medidas que había votado el martes 14. Y, como si eso fuera poco, una semana después, Julio Grondona, aún más debilitado por las impopulares restricciones que él mismo había impulsado, tuvo que salir a buscar respaldo en el Gobierno.

Pompilio además afirmó que "seremos mucho más severos con aquellos que no cumplan y la Justicia tiene que aplicar la ley". Los dirigentes no lo dicen en público, pero también esperan gestos inflexibles de las autoridades para castigar a los culpables de hechos de violencia. Aunque claro, como el liderazgo de Julio Grondona quedó debilitado durante la crisis, tienen un problema adicional: aventar las amenazas que existen sobre el presidente de la AFA. "Yo tengo que saber si el Gobierno quiere que me quede", reflexionó en voz alta uno de los hombres de mayor poder en la AFA, a propósito de la reunión que Grondona mantuvo con Alberto Fernández, el jefe de Gabinete a quien se le atribuye interés en reemplazarlo. Sin embargo, esa intención no quedó expresada durante el encuentro del lunes en la Casa Rosada. Por el contrario, según la fuente cercana al titular de la AFA, "Julio no recibió ninguna señal del Gobierno que pudiera preocupar. Le dijeron que, salvo por algunos hombres que puedan chapear en nombre del Presidente, no debe temer".

Como fuere, Grondona quedó condicionado y aun más que cuando Felipe Solá, el gobernador bonaerense, le exigió que tomara medidas muy duras contra la violencia. En la Jefatura de Gabinete le dijeron lo que quería oír, pero no le dieron un salvoconducto para hacer lo que le parezca.

Además, Futbolistas Argentinos Agremiados volvió a exigirle, por enésima vez, más seguridad para sus afiliados y algo que se caía de maduro: que el público (visitante y local no socio) pudiera regresar a los estadios.

Todos los sectores, en definitiva, pagaron un costo. Y el fútbol todavía continúa en cuarentena. Lo único seguro es que nadie acertó a dar con las medidas que hacen falta, que cada uno atiende su juego y los tiempos se acortan. De soluciones de fondo, de un marco normativo que unifique la lucha contra la violencia y de personas libres de sospechas para ponerse al frente de ella, por ahora, no hay una sola señal. Eso es lo más inquietante.