Extraido de "Goles en la oscuridad",


Mientras Talleres navega en la mitad de la tabla del Torneo Apertura su goleador vive el mejor momento de su carrera.

En la cultura de potrero, los jugadores más importantes eran los que tenían el valor del gol. Ahí estaban los habilidosos, los goleadores y los wines. El circuito de juego se repetía en cada baldío, plaza, vereda y calle. En cualquier lugar en el que se pudiera improvisar una canchita de fútbol.

Pero la desaparición de esos escenarios naturales, limitaron la aparición de los gambeteadores y organizadores de juego, que también podían convertir. Se extinguieron los reyes del desborde y el centro atrás que podía meter cualquiera. Sólo quedaron los especialistas en anotar, que son los que más se cotizaron. El problema para los goleadores fue que al tener un escenario distinto, honrar el oficio se les hizo más difícil.

En ese contexto Diego Ceballos llega a Córdoba con el desafío de convertir, sin tener en cuenta a los socios que llegarían para explotar sus mejores condiciones. Está cumpliendo con creces. A los 26 años vive el mejor momento de su carrera.

-Es su mejor racha, casi un gol por partido...
-Me interesa mejorar día a día. Con las estadísticas no te alcanza para jugar.
-¿Cómo vive la paradoja de que convierte y el equipo pelea por casi nada?
-Me ha tocado vivir una situación inversa. Con Quilmes hice siete goles y fuimos a las copas. Ahora hice 11 y no peleamos nada. Me gustaría que Talleres estuviera arriba.
-El goleador es egoísta. ¿Por qué usted no?
-Me fue bien así.
-¿Firmaría el ascenso, aunque no meta goles en el Torneo Clausura?
-Ya mismo.
-La verdad...
-Y si ascendés, hacés goles. Pero la verdad es que me siento en deuda, como todo Talleres, porque nadie vino a estar en la mitad de la tabla.

11. Son los goles que tiene en 13 partidos jugados. El promedio es de 0,85, el mejor registro de su carrera.