Los técnicos de los equipos de Córdoba probaron de todo y con todos, sin resultado porque sus elencos aparecen de mitad de tabla para abajo.

Saporiti-Oste-Carrizo. Entre los tres no pudieron todavía armar a Talleres. De todos, el que carga con toda la responsabilidad es el verborrágico y soberbio discípulo del Flaco Menotti. Conformó este plantel a gusto y paladar. Con todos los «chiches», con todos los gustos, con todos sus caprichos. ¿Y? Nada de lo que el «Sapo» vaticinó, se cumplió. Ni el título en el torneo anterior, ni el Talleres protagonista y respetable de esta temporada. Ni Saporiti, en ocho partidos, ni la dupla actual, en cinco, pudieron modelar un equipo que juegue a algo. Menos Pasquineli, quien volvió el domingo después de nueve meses y Oyola, porque se fue, jugaron todos con todos los esquemas y los «secretos» tácticos. Esos que los técnicos como Saporiti esconden en las practicas a «puertas cerradas». ¿Conclusión? Talleres deambula por la mitad de la tabla, exhibiendo solamente la grandeza de Diego Ceballos, su mejor y más eficaz delantero, en una realidad que lo ve participando sin competir. Con Oste y Carrizo haciendo malabarismos para motivar a un plantel que no juega por nada.