“La Boutique” está blindada. La tierra, un viento maldito y la lenta procesión de los colectivos de la Tamse (la empresa alquila una parte del predio “tallarín” y lo utiliza como punta de línea) hacen un poco más inhóspito el domingo a la mañana en el estadio albiazul, donde el plantel volvió a practicar tras la derrota del último sábado con Nueva Chicago.
Una parejita que procura los autógrafo de algunos futbolistas es el único resabio de una nueva decepción de Talleres. La pena del intendente de la cancha, Francisco “Paco” Cabasés, completa la desapacible escenografía.
La presencia de un custodio, “Lopecito”, en la puerta principal, es señal de que las puertas seguirán cerradas para la prensa. Alguien filtra que la práctica fue liviana para los que jugaron con Chicago, y exigente para los suplentes y el resto del plantel.
La llegada de algunos familiares anuncia que los futbolistas empezaron a salir. El técnico Roberto Saporiti los liberó por algunas horas, ya que anoche volvieron a concentrarse. Algunos jugadores eligieron irse por una salida alternativa. Otros lo hicieron por el portón principal. Entre ellos, Franco, Castagno Suárez, Real, Lázaro, Coria, Barbosa y una mayoría de juveniles. Todos, en silencio.
No había quién se hiciera cargo de aquellos anticipos. El “Vamos a ser campeones” y el “Ascendemos, seguro”, quedaron ahí, estropeados por la realidad.
¿Y el DT? Saporiti buscó su auto en la playa interna del estadio y se fue acompañado por el profesor Ricardo Somma.
Y así se fueron yendo. El último en hacerlo fue Gonzalo Bustamante, el único que no rehuyó de la requisitoria periodística. “Estamos tristes. No hicimos un buen partido. Igual, Chicago ya fue. No hay que seguir dándose la cabeza contra la pared. Hay que tratar de cambiar todo y de ponerse las pilas para el partido que vamos a jugar el martes (por mañana, ante Chacarita y a las 15). Ahí se van a ver los hombres.
–¿A Talleres lo superan el marco y la presión de ganar?
–Es un conjunto de cosas. No creo que porque haya mucha gente, juguemos mal. A la gente no le podemos decir nada.
–¿Por qué no tuviste tanto protagonismo ante Chicago?
–El partido fue muy trabado y no se podía jugar. Intentamos llegar con centros y chocamos mucho, pero el equipo entregó todo. Quisimos mantener la cabeza fría porque la gente empuja, y mucho; pero no lo logramos.
–¿Por qué se hicieron declaraciones tan apresuradas?
–Eso depende de cada uno. Pero era por la confianza que se tenía este plantel. La derrota del sábado fue un golpe durísimo porque estábamos confiados en lograr el objetivo. No jugamos un buen partido y no se nos dio. Del uno al 10, hicimos una campaña de ocho puntos, pero no logramos el objetivo. De todos modos, hicimos un buen campeonato. Por ahí, pecamos de confianza, más que de vanidad. La confianza que nos teníamos nos llevó a hablar algunas cosas, que después nos jugaron en contra.