Le detectaron un tumor, se lo extirparon e inició una recuperación que lo convirtió en una historia de superación.

Julián Maidana había resuelto casi todo en su vida. El fútbol le había dado mucho, pero no tuvo problemas en dejarlo. Y, ahora, manejando el alquiler de algunas de sus propiedades vivía feliz. Sobre todo porque ahora podía ser un esposo y padre pleno. Ya no faltaría más a los cumpleaños de su familia. Su lugar en el mundo terminó siendo Córdoba.

De cuando en cuando se juntaba con amigos para repasar lo que había sido el fútbol. Que había surgido como alguna cuestión vocacional y que, luego, se convirtió en un trabajo, en el que tuvo que aprender a defenderse. Adentro y afuera de la cancha. Superó con éxito las pruebas futboleras que se le presentaron, mientras en los escritorios empezó a entender que lo mejor era ser su propio representante.

Si hasta se peleó con el empresario Jorge Petrone, quien había adquirido parte de su ficha porque no estaba de acuerdo con el destino elegido.

“Nadie te prepara para esto. Pero decidí luchar contra el cáncer”.

Fue un tipo popular, reconocido e idolatrado –sobre todo en Talleres y en Newell’s– y transitaba seguro por la vida.

Sin embargo, un dolor persistente, lo alarmó. Los estudios médicos confirmaron que se trataba de un tumor. “Nadie te prepara para esto. Pero decidí luchar contra el cáncer”, le contó a Mundo D, con quien se reunió en una estación de servicio de la Avenida Armada Argentina para tomar un café.

El tumor le fue extirpado, siguió el tratamiento preventivo que representó la quimioterapia y salió adelante. Pasado un tiempo decidió contar su experiencia para que sirva como ejemplo para quienes tienen que afrontar la lucha contra el cáncer.

“Fue un trago amargo que me ocurrió el año pasado. Lo más importante es saber que se puede. Fue fundamental el apoyo de la familia, de mi señora Noelia, de mis hijas Victoria, Luciana y Antonella. De los amigos... Eso fue inmenso. Me llamó mucha gente. Ex compañeros y dirigentes, hinchas. Todos se pudieron a disposición”, agregó.

–¿Cómo lo razonaste?–Como en el fútbol. Podía tirarme en una cama a llorar y preguntar, una y otra vez: “¿Por qué me pasó esto?’”. O bien levantarme y afrontar todo. La quimioterapia fue dura. Me internaba cinco días; luego, descansaba 20. Fueron cuatro ciclos. Mi mensaje es que podés salir. Vos lo sabés. Hay que estar fuerte mentalmente y rodearse de los afectos. Se puede. Ése es el mensaje. Por eso acepto contarlo. Gracias a Dios, estamos acá charlando y puedo decirte que ya pasó. Estoy bien...Me empiezo a acordar de ese homenaje que me hicieron en Talleres, lo del minuto dos del segundo tiempo. Para mí, haber salido fue como ganar un campeonato. Hoy estoy feliz.

–Cuando vivís esto, no querés escuchar a nadie que no haya pasado por lo mismo...
–Sí. Porque nadie sabe qué te va a pasar. No sabía qué era la quimioterapia ni lo que se venía.

–Te mantuviste activo...
–Varios querían que jugara al fútbol para distenderme. Lavaba la cupé, arreglé un par de casas.

La gente y los compañeros

La presencia de Maidana fue advertida por varios hinchas de Talleres quienes aprovecharon para saludarlo y para expresarle su aprecio. “Hermano. Estaba por ser papá y resolví que mi hijo se iba a llamar Julián. Como nació nena, le puse Juliana”, le dijo uno de esos simpatizantes.

“Juá... ¿Viste lo que son los hinchas? La gente que rezó... Después de la tercera sesión de quimioterapia, me explotó el teléfono. En un momento eran 236 mensajes. Me llamaron mis ex compañeros de All Boys. ¿Cómo hacía para devolver eso?”, reflexionó Maidana.

–Hubo gente que te sorprendió con su llamado. ¿Hubo quienes no lo hicieron?
–No. Cada uno tiene su personalidad. Algunos te mandan un mensaje todos los días y otros, quizás, creen que van a molestar. Por eso, preguntan a otro amigo. Igual, uno se entera, ja.

–También uniste a muchos ex compañeros...
–Sí. Se formó un grupo de WhatsApp entre los compañeros del plantel de la Conmebol y de Talleres anteriores como el de la Final de 1998 y posteriores, como el de la Clasificación a las Copas. También se sumaron jugadores de otras épocas como Kesman, Rivadero, Kenig. Cuando podemos, nos juntamos. Lo mejor son las anécdotas. “Aguja” Funes, que es un amigo, organizó una cena para apoyarme en un complejo de San Vicente y vinieron jugadores de Belgrano, Instituto y de todos los clubes de Córdoba. Y se apareció Víctor Sotomayor con el bombo.

–¿Te cambió la vida?
–Sí. Veo la vida de otra manera. Decís: “¿Para qué voy a discutir por nada? No vale la pena hacerse mala sangre. De repente, Dios te pone a prueba... ¿Y? ¿Qué y cómo hacés? De un día para otro, no sabés si seguís. En un momento, te indican que hay que seguir un tratamiento y no sabés si pasás o no. Te refugias en la familia, querés recuperar momentos, amigos. Tiempo. Entonces, vas a otro ritmo. Bajás los decibeles.

Su carrera

Maidana también aprovechó para sentar su opinión sobre la famosa venta de los derechos económicos y los representantes. “A los 28 ó 30 años, me di cuenta que yo era el jugador. Que el que ganaba y perdía era yo. El que se infiltraba era yo. Nadie más me diría donde jugar. Discutimos con Petrone, que era dueño de mi pase y fui donde quise. Como cuando fui a Racing Club, me inició acciones. Hoy es una anécdota. Yo veo que muchos chicos dependen de los representantes. ¿Para qué? Si vos andás bien, los pases llegarán solos. Me senté con los presidentes de los clubes”, opinó Maidana.

–¿Cómo ves la realidad del club?
–Más allá del homenaje en el partido con Newell’s, voy a la cancha. Me encanta la realidad que vive el club. Hay un proyecto. Me gusta el equipo porque es ordenado. Por eso le pido a la gente que siga yendo a la cancha, como lo hizo siempre. Seguir al equipo en las temporadas del Argentino A, luego Federal A, fue algo increíble. Hay que aprovechar esto, porque en cualquier momento, puede volver a jugar las Copas. Donde corresponde. Hace unos días se cumplieron 15 años del debut en ese torneo, del cual me tocó ser el capitán, y es algo que debe volver a vivirse”, dijo Maidana sobre la realidad de Talleres.

“Talleres tiene equipo al nivel de los grandes. La gente tiene que aprovecharlo”, agregó.

–¿Cómo se explica el nivel de Guiñazú con 38 años?
–A esta edad, también está disfrutando. Llegás dos horas antes, te cambiás tranquilo, aconsejás a los pibes sobre todo lo que te tocó vivir, te quedás una hora más tras la práctica. Sabe que son los momentos finales de la carrera y quiere hacerlo bien.

Su paso por Instituto

Maidana le rindió a Instituto, pero su paso por el club de Alta Córdoba presenta dos anécdotas imperdibles. “Llegamos como refuerzos junto con Alex Rodríguez y el directivo Carlos Monasterolo nos escondió en su casa. Había miedo de que nos contactara Talleres. Y yo estaba a la espera de que me llegaran algunos papeles de Gimnasia y Tiro de Salta, de donde yo venía. Al final tuvimos que esperar que saliera un recurso de amparo. Una vez que salió se anunciaron las contrataciones”, recordó Maidana.

En el segundo año de Maidana en “la Gloria” se dio otro hecho inverosímil: su pase quedó atrapado en un juicio de divorcio. “Es que una parte del pase era de Eduardo Anzarda, que había sido mi DT en All Boys. Pero ocurrió que el entrenador se separó de la mujer y el pase entró en la división de bienes. Fue un lío increíble".

Y agregó: "Yo le firmé igual a Instituto y, después, el club me vendió a Talleres junto con Cristian Pino. También se armó un lío bárbaro porque había elecciones en Instituto y vendernos podía hacerle perder las elecciones al oficialismo que era encabezado por el entonces presidente Santiago Cemino”, cerró Maidana.