El triunfo 3-2 sobre Independiente Rivadavia tuvo los ingredientes y las polémicas de siempre.

Ganó a lo Talleres. O mejor dicho, como lo suele hacer este Talleres versión "Grondonita". Con los condimentos de siempre: una pizca de sufrimiento, una porción de empuje, un puñado de errores y varios kilos de convicción. Tampoco faltaron las habituales polémicas y las quejas de los técnicos y jugadores contrarios, que ante la adversidad salen a despotricar contra los supuestos superpoderes del entrenador albiazul y primogénito del presidente de la AFA.

Ahí quedó Ariel Ortega, con la cara larga, mientras esperaba un taxi y trataba de digerir la derrota y la expulsión en el acceso principal de la Boutique. Después de su mejor gambeta de la tarde, la que desairó a la guardia periodística, "el Burrito" amenizó su espera enviando mensajes de texto por doquier, cruzando frases de ocasión con su ex compañero de River Plate José "Pepe" Albornoz, y posando con caras de bastante pocos amigos para quienes lo requerían para la "fotito" del celular.

A pocos metros, en la sala de conferencia de prensa, los goleadores de la "T" (Luis Salmerón, Cristian Zermattén y Sebastián Cobelli) mostraban la otra cara de la moneda. Sin tanto "cartel", y con mucho menos vedettismo que el "10" de Independiente Rivadavia, el trío más mentado de la tarde analizaba la victoria después de una imperdible exposición de Grondona (ver página 3).

"Grondona no se va". Además del triunfo, que dejó a la "T" por otro rato en la cima de la tabla de posiciones, fue la otra nota saliente de la jornada: el pedido de los hinchas por la continuidad del entrenador.

El grito surgió espontáneo desde las plateas en el primer tiempo, y se hizo clamor al final del encuentro, cuando desde los cuatro costados todos se unieron para entonar el hit "Grondona no se va" y hasta se animaron a presagiar que "la vuelta" llegaría "de la mano de Grondonita".

Fue la primera vez, desde el comienzo del campeonato, que los parciales de Talleres se identificaron a pleno con su Gran DT, quien por estas horas coquetea con Carlos Bilardo y Diego Maradona, y sugiere a cada rato su inminente incorporación al staff de los seleccionados nacionales.

Después de semejante victoria, nadie quiso imaginar el futuro sin el hijo del Jefe. Saben que, les guste o no les guste cómo haga jugar al equipo, "Humbertito" es un poco el alma de este Talleres, que sufre y que se equivoca, quizá mucho más de lo aconsejable, pero que nunca baja los brazos y pelea hasta el final. Pasó no hace mucho tiempo ante Almagro, el día del doblete de Gastón Stang, y se reiteró ayer con otro inolvidable 3 a 2.