Ahumada fue el centro de la escena. Actuó como un político y todos quisieron mostrarse con él.

El regreso de Talleres a su estadio de Barrio Jardín dejó comidilla para todos los gustos. El ecosistema albiazul, tan particular, tras 27 años, volvió a reflejarse en el cemento de la Boutique, en todo su esplendor.

La emoción de los casi 14 mil hinchas que fueron autorizados a ingresar, mezclada con los rostros de ex futbolistas ligados a la historia del club, convivieron con una puesta en escena hecha a la medida del flamante gerenciador albiazul.

Fue imposible separar el contexto de fiesta y alegría –absolutamente justificado, por cierto– de un indisimulable costado demagógico. La exaltación de la figura de Carlos Ahumada imperó en cada sector de la cancha.

Inclusive, fueron más los “trapos” de agradecimiento que aludieron a la figura del empresario cordobés-azteca, que los que se le dedicaron a la euforia por el regreso a Barrio Jardín.

Ahumada se movió a sus anchas y con gesto de político consumado. Inclusive, fue tratado con desmesurada devoción, como si se tratara de un mesías.

“¡Ahumada, sos un Dios!”, “¡Sos nuestro Maradona!” fueron algunos de los elogios en banderas que recibió de los eufóricos hinchas. Con cierta reminiscencia a liturgia peronista, respondió a cada ovación con los brazos levantados. Fue notorio el esfuerzo de todos para figurar a su lado. De ex futbolistas del club como José Daniel Valencia, pero también del propio intendente Daniel Giacomino, quien fue una figura central de la previa. Hincha de Talleres como Luis Juez –quien también estuvo, pero prefirió mantenerse alejado del jefe comunal– hizo el corte de cintas, participó de la bendición de las instalaciones y procuró mostrarse cerca de Ahumada.

Ex glorias como Luis Ludueña, Miguel Oviedo y Ángel Bocanelli, se llevaron las principales ovaciones. Y también dijeron presente ex dirigentes del club y familiares de la familia Lawson, fundadora del club. Pero hubo una ausencia indisimulable: la del ex capitán Luis Galván, quien no fue invitado a la fiesta. De todo, como en Boutique.

Dos millones. Aunque Carlos Ahumada no suministró la cifra oficial, las obras en la Boutique habrían tenido un costo aproximado de dos millones de pesos. Es por la reparación de las tribunas, la colocación de butacas en la zona de plateas, dos bocas de incendio y arreglo de dependencias. También pavimentaron la calle Valdivia y Avendaño, que era muy transitada. En 20 días trabajaron 120 obreros, en turnos de ocho o nueve horas. También se repararon las cabinas y se modernizaron (tienen aire acondicionado) y en el sistema lumínico se recuperaron las tres torres que poseía la Boutique sobre la tribuna lateral y se construyeron dos más sobre el sector de plateas. En total, se colocaron 72 lámparas de 2.000 watts cada una, con un gasto de 700 mil pesos, a lo que se suma la compra de un lavarropas y un secarropas y acuerdos con familias que vivían bajo la tribuna lateral este.