En el comienzo del ciclo de Ángel David Comizzo como director técnico, Talleres tuvo mejorías en el aspecto defensivo, pero careció de ideas en lo ofensivo.

Cambios rápidos. Cabe aclarar que cualquier plan que hubiera diseñado el entrenador en su primera semana de trabajo, quedó abortado por los dos cambios obligados que debió realizar en los primeros 25 minutos. Sin Quiroga y sin Borghello, las posibilidades en ataque de la “T” fueron otras.

Atrás. Los cambios introducidos por el DT se notaron desde el fondo. El arquero, Valentín Brasca, lució seguro, transmitiéndole confianza a la última línea. En la zaga central, Julián Maidana se complementó bien con Leandro Álvarez, quien tuvo un buen partido hasta su expulsión en el segundo tiempo. También fue positiva la presencia de Algecira en el lateral derecho.

Arranque. En el primer tiempo, Talleres no pasó grandes sustos, ya que a la seguridad de la última línea, se le sumaba la presión y la dinámica que ponían sus mediocampistas. Aunque ese exceso de agallas y marca, fue inversamente proporcional con la generación de juego, porque Paulo Rosales jugó retrasado por la derecha y no encontró socios a la hora de jugar.

Lo planeado. Por lo general y cumpliendo con lo que Comizzo había pedido en la semana, Talleres fue un equipo ordenado, siempre en el contexto defensivo y no en el ofensivo, donde se mostró tibio. Tanto fue así, que Ben Hur sólo tuvo tres chances de gol en todo el partido, de las cuales, dos fueron penales. Esas penas máximas llegaron a consecuencia del rigor que utilizó en la marca.

En el medio. El medio campo albiazul, terminó formado por tres “5”: Basualdo, Galarraga y Cabrera, por lo que el DT buscó desequilibrio con la inclusión de Buffarini por la derecha, pero no obtuvo la respuesta esperada.

No con 11, menos con 10. Talleres no pudo con 11 jugadores, menos aún con 10, porque se quedó sin volumen de juego.