Que Talleres es un equipo con gran poder ofensivo es tan cierto como que su fragilidad en defensa es enorme. Y cuando los encargados de convertir están con la mira cruzada, como ayer Cuevas y Plana, lo más lógico es que si el rival aprovecha sus chances termine festejando un triunfo.

Aun cuando durante un tiempo y medio el equipo lució sólido en defensa, un descuido alcanzó para que Independiente Rivadavia facturara y sacara a relucir el desorden táctico que tiene la “T”.

“La responsabilidad de los goles recibidos es de todo el equipo, no sólo de la defensa y del arquero”, es la idea que más repiten los jugadores de Talleres, y hay mucho de cierto en eso. Si bien debe reconocerse que el arquero Antony Silva no tuvo responsabilidad en los goles de “la Lepra”, también es cierto que tampoco tuvo alguna atajada brillante, de ésas que evitan goles.

La presencia de un delantero liviano y rápido como Martín Gómez, dejó en claro que Julián Maidana y Federico Lussenhoff deben jugar más protegidos. Sobre todo padecieron en el segundo tiempo, cuando por el adelantamiento del equipo, quedaron grandes espacios por cubrir en el campo propio. Los laterales también tuvieron una mala tarde, sobre todo Torsiglieri, quien fue superado en el primer gol y se quedó en el segundo.

Además, en un punto importante para todo equipo, ayer careció de recuperación en el medio campo. Buffarini ganó y perdió, Alexis Cabrera no tuvo los quites de otros partidos, mientras que se sabe que el fuerte de Rimoldi y Quiroga no es precisamente la marca.

Aunque más allá de los roles individuales, la “T” había aguantado sólidamente hasta que se puso 1-0 y luego del 1-1 parcial, se descontroló y fue al frente sin reparos, lo que le valió una derrota por 3-1.

Al ataque. Lo mejor de la “T” se vio en los primeros 20 minutos, cuando las triangulaciones Buffarini-Rimoldi-Cuevas o Buffarini-Rosales-Cuevas terminaron en chances netas de gol. No se concretaron y por eso también se padeció.