La hinchada albiazul recibió un golpe de nocaut.

Los casi 20 mil hinchas de Talleres que confluyeron ayer en el Estadio Córdoba para observar a su equipo, no tuvieron demasiado margen para lamentar que el partido, finalmente, no se haya jugado en la Boutique, como pretendía el nuevo gerenciador albiazul, Carlos Ahumada.

El 1-3 resultó anestesiante, por lo que aquel tema obligado de diálogo y polémica durante la semana, pasó obligadamente a un segundo plano.

La pobre actuación de Talleres, cambió el eje de la discusión, que trocó del escenario del partido a la preocupación por la performance del equipo.

Esas casi 20 mil personas que parecían pocas –y que no hubiesen entrado en la cancha de Talleres– se fueron del Chateau mascullando bronca y descargando su impotencia en la figura de algunos jugadores, como el arquero Antony Silva o el defensor Marco Torsiglieri.

Como sucedió tras el segundo gol de “la Lepra”, cuando desde las populares surgió, al unísono, la invocación para que ingresara el arquero sustituto, Valentín Brasca, pedido al que la dupla técnica interina Carlos Bustos-Jorge Grassi no accedió.

Todo lo contrario había sucedido con Alexander Viveros, por quien los fanáticos albiazul clamaron a viva voz. “El Lechón” no pudo hacer oídos sordos a la “sugerencia” y decidió el ingreso del colombiano, en lugar de Matías Quiroga.

Y cuando concluyó el cotejo la hinchada albiazul se fue del Chateau en silencio y compungida. Hasta los propios policías se asombraron de que no sucediera el más mínimo desmán en la desconcentración final.

La historia no contada. Fuera de grabador, y antes del partido, un vocero de Ateliers explicó algunas razones por las que Carlos Ahumada insistió tanto con jugar en la Boutique.

“La Agencia Córdoba Deportes nos exigió 120 palcos (Talleres los vende a 60 pesos cada uno) y la explotación del bufet, además de los 15 mil pesos por el alquiler del estadio. Además, teníamos que pagar 12 mil pesos en policías, entre el servicio ordinario y los adicionales”, comentó la fuente.

Después, con el resultado puesto, nadie se acordó de la disputa entre Ateliers, la Agencia y la Policía. Tres golpes de nocaut les recordaron a los hinchas que si “hay equipo”, la cancha en la que se juegue pasa a ser una cuestión menor.