Como anticipó ayer LA MAÑANA, Carlos Granero dejó de pertenecer a Ateliers, al renunciar a la presidencia y vender lo que mantenía del paquete accionario, en desacuerdo con varias decisiones de Carlos Ahumada, sobre todo el despido de Rubén Insúa.

Pero además, su rauda partida de Córdoba significó además un perjuicio para Atalaya, el otro club que gerenciaba solapadamente. Es que 150 futbolistas de esa institución fueron transferidos a Ahumada, para colocarlos en Talleres.

Ante esta sangría, Atalaya quedó desmantelado en sus divisiones y solicitó en la Liga Cordobesa de Fútbol postergar su debut en la Primera B local, que arranca este fin de semana.

De hecho, la participación de Granero en el humilde club tampoco había sido próspera, ya que ni siquiera jugaban de locales en su cancha, al no estar en condiciones, y utilizaban la de Banco de Córdoba.

Así completa el inefable Granero su poco afortunada incursión por Córdoba.