El fútbol manda siempre. Se burla de los preconceptos. Se jacta con soberbia de las sensaciones que provoca a contramano de la lógica. Y hasta se da el lujo de poner las cosas en su lugar cuando se le da la gana. Manejando sus tiempos arbitrariamente sin importarle las ansiedades y angustias que genera cuando activa un festejo o potencia una bronca. Por eso ahora Instituto festeja a rabiar una victoria que mereció después de que hace una semana lloró a los gritos por un empate que no supo evitar. Por su propia ineficacia. Por su propia ingenuidad.

Pero el epílogo de esta nueva película fue realmente glorioso. Con todas las luces. Con todo el fuego. Con todos los trapos al viento. Tras un partido terrible, con situaciones de juego cambiantes y una montaña de secuencias de gol que ayudaron a mantener la incógnita del resultado y de la propiedad del partido hasta el pitazo de cierre de Daniel Raffa. Y fue para Instituto. Lógicamente. Porque si bien Talleres también prendió varias veces la luz de alerta y de peligro en el arco de Jorge Carranza, el elenco de Ghiso acumuló con sus intentos por jugar y por tratar bien la pelota, los méritos que le permitieron la explosión cuando se moría el partido, tras un segundo tiempo vibrante por donde se lo mire. No tanto por la calidad del juego sino por la cantidad de llegadas que los dos tuvieron para quebrar ese 1 a 1 del primer tiempo.

Fue un clásico valioso sin el tedio que varias veces absorbe en un santiamén toda la expectativa de estos partidos. Mérito de los dos. Porque cada uno priorizó el libreto antes que la necesidad. Que es mucha para ambos a esta altura del campeonato y que felizmente para la multitud que colmó el “monumental” esta vez no tuvo cara de hereje.

En la primera mitad el planteo albiazul desconcertó a Instituto. Porque más allá de la inquietud que generó Morales Neumann y de la pulcritud de Faurlin para administrar la pelota, la decisión de Talleres de pararse en campo propio para esperar y achicar espacios obligó al elenco albirrojo a exagerar con el pelotazo largo, dividido y allí casi siempre se lucieron los grandotes del fondo albiazul, con el “Colorado” Lussenhoff como abanderado. Con Instituto partido y sin recorrido para encontrar a sus delanteros ni sorpresa para llegar con Buján o con Bogado por afuera, Talleres controló las alternativas del juego. Equilibró la pelea en la mitad con un buen trabajo de Alexis Cabrera, buscó a Rosales, se apoyó en la generosidad y el despliegue de Bufarini y Quiroga; y a partir de allí, con Instituto maniatado para imponer su juego, se animó con algún remate de media distancia hasta que por esa vía, Paulo Rosales abrió el resultado con una balazo que perforó la estirada de Carranza y puso nervioso a todo Alta Córdoba. Dentro y fuera de la cancha. Antes de terminar el parcial, el fútbol le demostró a la Gloria que quita y da, en la misma proporción. Asistencia perfecta de Faurlin, encaró “Saviolita” ante la duda de todo el fondo albiazul y empató cruzado en la última bola de la primera mitad. Estaba bien. Talleres no había hecho tanto como para irse al descanso ganador, ni Instituto tan poco como para estar 1 a 0 abajo.

El arranque del complemento exhibió a un Instituto demoledor que se fue, azuzado por aquel empate agónico, con todos sus argumentos, especialmente la calidad de Faurlin, sobre el arco de Silva y provocó un tembladeral en la precaria defensa de Talleres. Así Morales Neumann, Buján, Bogado, Nieva y de nuevo Buján muy solo, pudieron haber puesto a Instituto en ventaja. No concretó reiterando las falencias del clásico anterior y ese fue su más grueso error. Talleres equilibró de nuevo con la salida de Rimoldi y el ingreso de Basualdo para recuperar un balón que había perdido en el medio y por Borghello, Nieva en contra, u Oyola cabeceando muy solo, o de nuevo Borghello con una sutileza que pegó en el travesaño o con Carranza manoteando en forma estupenda un cabezazo a quemarropa de Borghello, pudo haber quebrado otra vez la paridad. En una réplica la mala puntería de Morales Neumann solo ante Silva le hizo pensar a más de uno que Instituto ya no podría pero a segundos del cierre, Furios, que entró por accidente y no por una decisión táctica, a medias con la defensa de Talleres puso el segundo para el delirio de la multitud. Faltaba muy poquito y sólo había tiempo para el festejo desencajado y para que Nadaya redondeara la estadística del clásico. Perdió Talleres que lastima y sufre en la misma proporción por su llamativo desequilibrio táctico. Ganó Instituto. Con justicia. Intentó jugar, tuvo situaciones y a pesar del cansancio, lo buscó hasta el final. Ah... el fútbol le devolvió lo que le había quitado siete días atrás.

INSTITUTO 3 / TALLERES 1
Goles: PT 25m. Rosales (T), 48m. Morales Neumann (I). ST 46m. Furios (I) y 48m. Nadaya (I).
Cambios: ST 13m. Cristian Basualdo por Rimoldi (T), 18m. Nadaya por Romero (I) y Plana por Cuevas (I), 27m. Franco Turús por Nieva (I), 39m. Furios por Torres (I) y 47m. Reyes por Buffarini (T).
Amonestados: En Instituto: Buján. En Talleres: Borghello, Rosales y Oyola.
Cancha: Instituto.
Arbitro: Daniel Raffa.