Punta y hacha. El partido mostró en el inicio un mano a mano casi impropio de la B Nacional. En ese contexto, Talleres hizo la diferencia apostando al juego asociado y con el peso de sus individualidades del medio hacia adelante.

Sufrimiento innecesario. Lo que parecía un triunfo cómodo se complicó en apenas seis minutos, los iniciales del complemento. Talleres se complicó atrás y empezó a fallar adelante. Por suerte para la “T”, al final apareció Borghello.

Las figuras
Lucas Rimoldi (8). Empezó recostado por derecha, un puesto que lo incomoda, pero creció porque Cabrera anduvo bien en la marca y pudo dedicarse a crear junto con Rosales.

Cabrera y Rosales (7). Fueron los socios ideales de Rimoldi para equilibrar la tarea del medio campo de Talleres.

El árbitro
Néstor Pitana (bien). En las jugadas que generaron polémica, estuvo acertado. A saber: el gol anulado a Cuevas (fue offside), el segundo gol de Almagro (no hubo posición adelantada de Robert) y el tercer gol tricolor (no hubo falta de Meloño a Silva). Quizá le faltó más rigor con los defensores visitantes.

Cuestión técnica
Rubén Insua. Paró un 4-3-1-2 para garantizar el orden defensivo, pero a Talleres lo complicaron igual. Los ingresos de Buffarini y Quiroga, en el complemento, parecieron responder más a necesidad que a convicción, cuando se imponía desde hace rato un cambio de ritmo en el equipo. No leyó el juego como para evitar sustos.

Horacio Cirrincione. Mandó a su equipo al frente y descubrió algunas grietas en la “T”. Cuando quiso firmar el empate, lo pagó.