El gerenciador regaló entradas, gozó con el 4 a 3, conoció al intendente y pagó un premio.

Así como es Talleres en la derrota –el morbo todo lo consume y la caza de responsables no hace diferencia con nadie–, en la victoria, el mundo albiazul puede asemejarse a un paraíso. Y ofrecer imágenes increíbles, como la de los hinchas vivando a alguien que hace 15 días hubiera gozado de la más absoluta indiferencia en las tribunas del Estadio Córdoba o en las calles de barrio Jardín.

En ese lugar está ahora Carlos Ahumada, el nuevo gerenciador de la “T”, que, con datos suficientes para los estímulos que mueven al mundo albiazul –¿quién lo habrá asesorado?– se ha preparado para quedarse allí por un buen rato.

Ayer, en el día en el que los hinchas le conocieron la cara, el del primer partido como local con un marco de 30 mil personas, “Carlos IV” (lo antecedieron Dossetti, el último presidente; Tale, el juez de la quiebra y Granero, el primer gerenciador y poseedor del 30 por ciento de la SA), se las arregló para pasarla bárbaro y dejar la mejor impresión. Arrancó firmando autógrafos cuando llegó al estadio; cuando se retiró, con el triunfo consumado, directamente fue vivado.

Repartió entradas y sufrió. Ahumada –es cordobés, pero a los 11 años se marchó a México– va conociendo de a poco los paladares de cada estamento albiazul. El de los jugadores fue el primero que supo (les pagó todo, les arregló premios en dólares y les dio todas las comodidades habidas y por haber), el de la Justicia (dejó al día al club) y, desde ayer, el de la gente, a la que, hasta ahora, nada parece importarle de su pasado que todos conocen a través de los medios.

Ya había impactado con la promesa de ascender al equipo y sacarlo campeón en Primera y con la promoción para mujeres y niños, por la que ingresaban gratis si llevaban un pañal a la sede, el que luego se donaría al Hospital de Niños (ver “Hubo donación”). Pero ayer, Ahumada volvió a sorprender. Cuando le faltaban metros para llegar al Chateau, pidió que detuvieran el auto importado en el que se transportaba para bajarse y repartir aproximadamente 400 entradas entre los hinchas.

Hubo donación. El gerenciador de Talleres, Carlos Ahumada, comenzó el día de ayer con una tarea benéfica. Acompañado por sus colaboradores y por su esposa, el empresario visitó las instalaciones del Hospital de Niños “Santísima Trinidad”. “Queremos hacer un donativo. Es pequeño, pero de corazón”, fue la frase de Cecilia de Ahumada, al entregar un cheque al director del hospital Héctor de Uriarte. Después, el empresario se dirigió al colegio Alejandro Carbó, donde cursó estudios en su infancia, para sacarse algunas fotos.

Más beneficios. Mañana a las 15 el plantel de Talleres y el DT Rubén Insua acudirán al Hospital de Niños para regalar camisetas y hacer efectiva la donación de los pañales que se recolectaron ayer y que fueron empacados en 100 bolsas de consorcio.