Carlos Ahumada, flamante socio mayoritario de la gerenciadora de Talleres, hará su desembarco en el fútbol argentino con numerosos antecedentes penales sobre su espalda. Nacido en Córdoba en 1964 –tiene 43 años–, cursó estudios en el colegio Alejandro Carbó hasta los 11 años, cuando se marchó a México junto a su familia.

Allí comenzó como lava coches en la capital mejicana, para luego adquirir dos carritos de hotdogs y un taxi. También fue mesero y gerente de una discoteca. Después de pasar por un amplio abanico de actividades que incluyó a la agricultura, la movida nocturna, los cargos públicos, la industria maderera, la minería, la construcción y hasta el periodismo, se convirtió en un exitoso empresario que comenzó a incursionar en el fútbol en el León, un tradicional club mejicano venido a menos.

Con esa entidad jugó la final del ascenso ante Irapuato, pero fracasó en su intento de ascender a la máxima categoría en una escandalosa final que derivó en episodios violentos.

Sus deseos de tomar un club de Primera lo concretó al hacerse cargo del Santos Laguna de Torreón, en diciembre de 2003, a cambio del pago de 10 millones de dólares. Sin embargo, su intervención dejó al club al borde de la desaparición, tras huir de México, a principios de 2004, cuando se descubrió que había sido beneficiario político del Partido de la Revolución Democrática. Capturado en Cuba y extraditado, cumplió tres años de prisión.