El primer semestre en el Matador había sido muy pobre, pero el entrenador lo colocó por izquierda y fue determinante en la clasificación.

Tomás Pochettino llegó con una gran expectativa a Talleres luego de su muy buen paso por Defensa y Justicia. Fue pedido expreso del entrenador, quien ya lo había dirigido en el Halcón. Pero a medida que jugaba los partidos, la gente no quedaba conforme con su juego.

El volante nacido en Rafaela que surgió en Boca no encontraba su nivel y hasta era reprobado por las tribunas en algun partido de local. Pero algo cambió en la contra São Paulo. En los primeros partidos de la Superliga no había sido titular, pero Vojvoda lo incluyó entre los once en el Kempes.

La novedad principal fue su posición, recostado por la izquierda y no sobre la derecha o como volante interior. Fue una importante arma ofensiva en el segundo tiempo, se bancó a Nené sobre la banca junto a Enzo Díaz e hizo delirar a las tribunas cuanto tapó ese remate desde el piso.

Además, coronó la noche con un golazo. Partió desde la izquierda, se asoció con Arias y le rompió el arco a Volpi. "Vojvoda me pidió que intercambie posiciones con Ramírez, yendo por la raya como lo hace Godoy. Por suerte nos entendimos muy bien", dijo el volante.

En Brasil repitió su lugar en el campo y se lo vio lleno de confianza. Allí empezó a relucir su técnica individual y su dinámica. Volvió a ser una pieza fundamental, sobre todo en el primer tiempo, y colaboró con el equipo metiendo y sacrificándose en el complemento.

En el día de los enamorados, Pocchetino encendió el romance con el hincha albiazul y se reecontró con su mejor versión. Pero no fue una improvisación su nueva posición. Ya lo había hecho en las inferiores de Boca y en el Halcón. Pero el que lo había ubicado allí había sido Beccacece y no Vojvoda, que siempre lo ubicó como volante mixto.