El perfil del delantero colombiano de 33 años al que apodan “Peluca” y que festeja cada gol bailando. Es padre de dos hijas y un eterno agradecido de su tío.

Los hinchas de Talleres gritaban a lo loco por la felicidad de aplastar a Belgrano en el clásico. No era para menos después de un triunfazo. Y, mientras el delirio se expandía, el periodista de la TV en el campo de juego fue por la nota que había que hacer: a Dayro Moreno, el hombre de la noche.

El colombiano de 33 años hizo los goles del 2-0 en el Kempes y lo que dijera iba a ser importante. Sobre todo lo que dijera del segundo gol, que fue una delicia, con empuje y potencia, y también con la sutileza de picar la pelota por encima del asombrado César Rigamonti.

En esa entrevista en el verde césped, Dayro se despachó con un “estoy acostumbrado a hacer goles así”. Sonó a soberbia... pero no. Es verdad. Dayro, el “9” que el presidente Andrés Fassi espera que sea “el 9” de Talleres, tiene en el currículum varias de esas vaselinas en el torneo de su país.

El pasado colombiano

Moreno es un “depredador del gol”. Así le llaman los periodistas colombianos que vieron el ascenso del pibe pobre que nació en El Chicoral, un pueblo en el que no sobra nada y que pertenece al municipio de Tolima. Siempre quiso ser delantero y siempre fue delantero.

Y llegó a probar suerte en el Once Caldas, de Manizales, a donde viajó dejando atrás a su familia. Claro que Dayro no cayó a Once Caldas del cielo. Jugaba para la selección de Tolima y se cansó de hacer goles en un torneo nacional. Fue ahí que Once Caldas se lo llevó.

Carlos Valencia fue el DT que lo “ojeó” en 2000. El mismo Valencia crió futbolísticamente a un talento que siguió los pasos de su papá, pero que los superó. Su viejo apenas llegó a hacer divisiones inferiores en Millonarios. Otra relación familiar clave en Dayro fue la que tuvo con su tío, quien insistía para que juegue al fútbol.

El tío falleció hace tiempo y Dayro no se cansa de recordar con gratitud la insistencia que tuvo para que él sea jugador de fútbol. La mamá y el papá del nuevo goleador de Talleres viven en El Chicoral.

También sus dos hermanas y su hermano. Dayro tiene dos hijas: Santal (de tres años) y Salomé (de nueve). Se separó de la madre de ambas, la modelo Marcela Muñoz, no sin conflictos públicos. Su nombre estuvo en todos los programas de chimentos. Y en Colombia sobran los que piensan que podría haber llegado más lejos en el fútbol si hubiera evitado “escándalos”.

Wilmar Torres, periodista de RCN Radio de Manizales, conoce la evolución del Dayro Moreno que se hizo crack en el Once Caldas. Y habla de ese perfil fuera de las canchas que tiene el delantero. “Él siempre fue muy amigo de sus amigos. Le gusta mucho la rumba y la salsa y eso puede que algunos conflictos le haya generado”, dice.

Ese gusto por la rumba y por el grupo musical Niche, uno de los más famosos en Colombia, href="https://mundod.lavoz.com.ar/futbol/las-razones-del-bailecito-de-dayro-moreno-en-los-festejos-de-sus-goles-en-el-talleres-belgran" target="_blank">también le generó el “bailecito” en sus festejos. Como se vio después de los dos goles a Belgrano.

Del pequeño Dayro adolescente que llegó a Once Caldas y al que todos le decían “Peluca” por su melena; al Dayro con anteojos y pelo finamente cuidado que habló en la zona del mixta del Kempes después del clásico, pasó “una vida”.

Esa vida futbolera lo llevó por Once Caldas, Atlético Paranaense (Brasil), Steaua Bucarest (Rumania), Tijuana (México), Junior, Millonarios y Atlético Nacional. En Once Caldas fue campeón colombiano en 2003 y de la Copa Libertadores en 2004, en ese equipo que le bloqueó “el celular de dios” a Carlos Bianchi, que dirigía a Boca.

De su paso por Atlético Nacional, en su pasado inmediato, queda el recuerdo de que Moreno estuvo a nada de tomarse a golpes de puños con un compañero por una discusión para ver quién pateaba un tiro libre.

Es que Dayro las quiere a todas. No se achica. Siempre fue guapo, a veces de más. “Dayro deja todo si a él le demuestran que lo quieren. Si la afición del Talleres le da cariño y sus compañeros lo aceptan, verán el mejor Dayro”.

La frase es de José Miguel Rodas, quien fuera el kinesiólogo de aquel célebre Once Caldas. “Él es un jugador alegre, siempre está escuchando música y siempre está pensando en cómo hacer un nuevo gol”, le sigue tirando flores Rodas.

Eso de que Dayro “siempre está pensando en el próximo gol” es algo que necesita el Talleres que quiere escalar puestos en la Superliga y que anhela dar el golpe del año sacando al São Paulo de la Copa.

Eso de que Dayro “siempre está pensando en el próximo gol” no es verso. Un amigo colombiano de Moreno contó a Mundo D que el delantero se desvive por volver a hacer el gol que lo hizo famoso en Colombia. “En las inferiores de Once Caldas metió un gol de mitad de cancha, apenas dio la orden el árbitro. Y lo ha intentado hacer en cada club. Te garantizo que querrá hacerlo en Talleres”.

¿Cerrará Dayro su historia en Córdoba? Tiempo al tiempo...

El texto original de este artículo fue publicado el 24/01/2019 en nuestra edición impresa.