La “T” logró una victoria significativa sobre Godoy Cruz en el final y así alejó fantasmas de mala racha. Igual, hay aspectos que en el equipo no funcionan como antes.

Cuando todo parecía indicar que Talleres se iba irremediablemente a un insípido empate en cero contra Godoy Cruz, apareció a dos minutos del final del partido Sebastián Palacios para ahuyentar los fantasmas que parecían cernirse sobre el equipo y para darles a los conducidos por Frank Kudelka un triunfo 1-0 tan imprescindible como significativo.

Los apuntes ya estaban preparados para remarcar la insuficiencia de los cinco puntos sobre 12 que conseguía y de una mala racha que empezaba a insinuarse a partir de un bajón futbolístico que arrancó en el empate en el clásico contra Belgrano (1-1) y siguió con la caída contra Independiente (2-0). Pero el gol tiene ese efecto balsámico y recomponedor, que obliga a dar vuelta la hoja y escribir de nuevo.

Anoche, los pilares de su juego –posesión de la pelota arriba, presión alta, intensidad permanente, el fútbol sostenido a partir de “Bebelo” y, principalmente, la llegada al gol– volvían a mostrar fisuras. Pero el tanto del tucumano, después de la gran jugada de Escobar, volvió a poner las cosas en su lugar al menos en lo estadístico. La “T” terminó sumando siete puntos de los 12 que disputó seguidos en Córdoba, y la gente se fue festejando una victoria necesaria como el agua que abortó la caída en una de esas rachas que suelen complicar.

El triunfo, justificado porque el equipo no resignó su idea de juego aún con altibajos futbolísticos, no debe tapar algunas cuestiones por corregir que el equipo sigue evidenciando. Sin caer en dramatismos, porque el equipo no está sumergido en una crisis futbolística ni nada que se le parezca. Pero sí algunos aspectos de su juego antes funcionaban a la perfección y ahora parecen no activarse como antes.

Algunos de los pilares de su propuesta no funcionan a pleno. Puede influir, también, que los equipos le tomaron el tiempo a su juego y que bajones futbolísticos individuales como el de Reynoso y Ramis, por ejemplo, se sienten.

Anoche volvió a evidenciarse todo lo que le cuesta a Talleres jugar sin pelota. Es un equipo que se defiende con ella, pero cuando no la posee parece no tener un “plan B” tan eficiente. Fueron varios los lapsos del partido en los que no la tuvo. Además se sobrepuso a un penal atajado a Reynoso y a un gol (de Quintana) mal anulado. Y aún así, con más voluntad que fútbol, no renunció a jugar a lo que sabe y, sobre el final, ganó.

El gran desafío para Kudelka es que, así como anoche apeló a Quintana y a Rescaldani tras un análisis del juego del rival y del propio, es ahora, más que nunca, respetar a rajatabla ese concepto que es su credo y reitera siempre: “Juega el que mejor está”.

Si este equipo que sale de memoria necesita retoques y cambios, debe hacerlo. Así tenga que salir “Bebelo”, Ramis, Komar o quien fuere. Anoche entró Giménez por “Bebelo” y lo hizo muy bien. Tiene tiempo y soluciones en un plantel con variantes. Y ganando, aunque sea en los últimos minutos y con sufrimiento, siempre le será más fácil.