Bueno, hemos vuelto al infierno del Argentino y lo hicimos sin oponer la mínima resistencia. Volvimos sin dar pelea, sin respetar nuestra historia, sin mostrar dirigentes, técnicos y jugadores con ese fuego sagrado que nos hizo grandes.

Ya está, no hay tiempo para lamentos, de nada valen las frases altisonantes de dirigentes soberbios recién ahora arrepentidos, de dirigentes que recién ahora dieron un paso al costado, de dirigentes que, mareados por la espuma del ascenso, perdieron de vista el objetivo central de nuestro club: consolidarnos en el Nacional B para después, sí, emprender el tramo final para volver al lugar que nunca debimos abandonar.

Estamos en el Argentino otra vez y, otra vez, como lo manda nuestro ADN, nosotros, los hinchas volveremos a ser protagonistas. Lo haremos por el club que nos emociona, lo haremos por los colores que llevamos marcados en nuestra piel, lo haremos por el Daniel, el Hacha Ludueña, la Rana Valencia, el Tigre Bravo, el Maestro Galván, el Chocolate Baley, la Cata Oviedo y muchos otros culpables de que nuestras pulsaciones se aceleren al compás de una pelota.

También lo haremos por nuestros hijos, esos hijos que lloraron de alegría cuando ascendimos y supieron de una conquista que hasta ese momento sólo habían escuchado de nuestros relatos y a los que fue imposible consolar cuando volvimos a descender. Lo haremos para que también sepan que estamos a su lado para emprender un nuevo camino, lleno de dificultades pero inevitable para nuestro destino.

Alguna vez un periodista de Córdoba escribió en el Diario Olé: “La diferencia entre un hincha de Talleres y otros hinchas de Córdoba, es que el hincha de Talleres va a la cancha”, no tengo dudas, nosotros vamos a la cancha, en las buenas y en las malas.

A propósito, alguien me puede decir cuándo puedo renovar el carné?