Una tarde para no olvidar. Los jugadores solos en Mendoza, los hinchas todos pegados a la radio. En ese contexto, la "T" sumó para salir del Argentino A. Hay sensación de ascenso en el hincha.

A ver… explicármelo. Dale. Decime cómo no pensarlo. A ver, vos que te limaste las uñas con los dientes toda la tarde frente a la radio. Vos que no das más, que la ropa ya te queda chica de tantas infladuras.

A ver vos, que como aquel, y aquella otra más allá, están ahí llorando la penúltima curda. La maldita y grotesca parodia de este Argentino A. A ver cómo se lo decís a tu viejo. A tu abuelo. A tu padrino. A tu ex novio que te hizo de la T. Cómo se lo agradecés. A todos aquellos que transfirieron por la ósmosis del alma ese sentimiento que no puede parar.

A vos que todavía te quieren hacer la vida imposible. Y encima con los putos penales que te dicen que no fueron. ¿Y ahora? ¿De qué carajo se disfrazan? Los de Mendoza que te decían que te cagabas las patas. O que habían entongado hasta los naranjitas que cuidan los autos.

Y mirá la que se comieron ellos ayer. Si ese empate, 1-1 casi sobre la hora de Maipú a la T, lo festejaron como el gol del Diego a los ingleses. Porque lo tenían perdido. Estaban muertos. Bien muertos.

¿Y por acá? Acá están los otros, los hinchas de Talleres reprimidos. Que te dicen a los gritos “Penal para Talleres”. Sí, son esos que usan otra camiseta y que se dedican a hablar de vos, toda la semana. Que sos esto o aquello. Parece que desearan haber sido hinchas de la T. Estar en tu lugar. Ahora mismo.

Cagáte de risa. Parece que los de Discovery Channel están buscando dónde queda el criadero de hinchas de Talleres. Quieren hacer un programa especial. Quieren saber dónde carajo los fabrican. Cómo entonces se multiplican. Aunque huelan ese feo perfume del Argentino A.

No, papá. No, mamita. Explicárselo a los científicos, de la misma manera que a los chicos en el cuaderno de tareas: Tu fecha de nacimiento no es la del documento. Tu fecha de nacimiento es la de cuando te hiciste hincha de Talleres. Ahí naciste. A los 8 años. A los 2. A los 6. O en el momento en el que tu vieja ni se había hecho el evatest todavía. O cuando transaste el noviazgo a cambio de ir todos los domingos a ver al Matador.

¿Y si cortaste? “Gracias a mi ex que me hizo hincha de Talleres”.

Te lo explico a vos que creés que no estuviste en Mendoza.

Lo dicen todos. Klusener, Aguiar, Sialle, Agustín, el Negro Villa y hasta Juancito el utilero: ustedes estuvieron ahí, haciendo fuerza. Dice Velasco que cuando cruzó un chiflete de viento zonda sintió “¡Dale Chancha!”. Y que miró a las tribunas, pero que eran todos mendocinos. Pero que jura y perjura que escuchó a los hinchas de Talleres.

Por eso tanto huevo. ¡Qué huevazos que pusieron esos negros! Dejaron las costillas apiladas en el césped.

Entonces, ¿sabés algo?, vos, el de la radio a pila que te resistís a cambiar por cábala… vos estuviste. Sí, ahí en la cancha de Maipú.

Y vos viejo, que no querés escuchar nada, pero que mientras hacés el crucigrama en el patio para meter la croqueta en otra cosa preguntás con los gestos: ¿Cómo va? Vos también estuviste. Y vos, la vieja y querida vieja de siempre. Que te bancaste las puteadas de tus hijos por tantas malas, andá nomás compra el quesito y amasa las pizzas.

¿Y vos, negro? Tomate una cerveza caliente porque las frías ya te las tomaste todas. O pasa al vino. Y chupate bien. ¿Y vos loquito?, vos que estás haciendo los deberes sentadito con los lápices azules en la mano, olvidáte: no vas a faltar al cole este lunes. Ni se te ocurra.

Vos tenés que ser el primero que llegue al aula. Tenés que agarrar el marcador de la seño, subirte a su silla y escribir bien arriba en la pizarra antes de que entre tu primer compañero: “Talleres sos lo más grande”. Y después sentarte en el banco con cara de feliz cumpleaños.

Ya está. No hay día del padre, del niño, de la madre. Este año no hay navidad. No hay nada más. El 12 de octubre es el Día de la Raza Albiazul. El Centenario. Porque ya se respira ese aire nuevo, esa sensación de ascenso. Está todo ahí, al fin. Después de casi cuatro putos años. Y por más que digan que, en verdad, no hay mucho para festejar porque solo las cosas vuelven a su lugar, vale la pena descorchar por un ratito. Cómo no. Después de tantas penas. De tanto sufrimiento. Lo tenés merecido.

Como esos jugadores que parecen haber nacido todos el 12 del 12 del 1913. Talleres, estado puro. O como aquellos enfermos crónicos que viajaron a la cancha de Quilmes en aquel junio de 2009 a verlo caer a este espantoso Argentino A. Que te vieron reventarte contra el piso. Que te barrieron y que te volvieron a construir. Que pegaron cada uno de tus pedacitos. Nadie se olvida de esta tarde en Mendoza. Y, por más que digan que no sos el mismo, estás acá vivito y feliz, volviendo a ser lo que fuiste siempre: ese cuerpo azul y blanco al que ya no le cabe un corazón tan grande.