Hoy se cumplen ocho décadas del estreno rentado del club de barrio Jardín. Enterate cómo fueron esos primeros pasos.

Atrás quedaban para siempre aquellos desafíos por una caja de refrescos, un juego de camisetas, una bandera o un simple puñado de medallas. El 26 de febrero de 1933, hace hoy 80 años, Talleres tenía su bautismo profesional. Fue en un amistoso contra Platense, de la primera división de AFA, en la que los albiazules debutaron con un plantel rentado que cayó 3-2 ante los porteños en cancha de Belgrano.

"Para el Club Atlético Talleres -publicó La Voz del Interior en la previa-, la presentación de hoy significa todo un acontecimiento. Lo hará en calidad de profesional ante una escuadra de calidad del ambiente metropolitano. Impuesto en nuestro medio el profesionalismo, por ser el único camino para levantar el nivel de nuestro fútbol y obtener medidas de garantía para retener los elementos de valía, en el reciente match de los dos campeones, vale decir River Plate y Belgrano (primer partido profesional disputado en Córdoba), el público evidenció su adhesión franca y elocuente a esa actividad. Se reunió una cantidad récord de espectadores y se señalaba también un récord de boletería".

En los primeros días de enero de ese año, los delegados de los clubes cordobeses había aprobado la implementación de la era rentada como única salida a la constante sangría de sus mejores futbolistas, que desde dos años antes habían comenzado a emigrar a Buenos Aires y Rosario, donde el profesionalismo daba sus primeros pasos. Así, la Liga dispuso que cada club inscribiera 40 jugadores profesionales que estaban impedidos de firmar por otro club sin que se abone una prima a la entidad de origen, tal como sucedía hasta entonces.

La "T" había arrancado los nuevos tiempos como el mejor reforzado. Había ganado el Campeonato Sidral, el último torneo amateur de la Liga Cordobesa, y había conseguido los mejores refuerzos en plaza para la temporada 1933, entre ellos a Simón Cuello, delantero de Nacional (hoy Libertad), al que no dudó en secuestrar y llevarlo a una finca de Río Ceballos para convencerlo de firmar por los de barrio Jardín, en un episodio policíaco y de novela que tuvo amplia difusión en los diarios.

El debut
Los primeros 11 profesionales tallarines y que pisaron el Gigante de Alberdi (su cancha tenía mayor capacidad que la Boutique) fueron Alfonso Paolucci; Aníbal Moreno y Domingo Miguel Bertolino; Rogelio Escatena, Felipe Madriaga y Roberto Ortiz; Modesto Alvarez, Simón Cuello, Miguel Ludueña, Renato Manzzolli y Eduardo Sánchez.

Su rival, que ese año terminaría noveno en el torneo profesional de AFA, alineó a Sebastián Gualco (arquero de la selección argentina); Antonio Blanco y Luis Ferrario; Ismael Arrese (de la selección), Roberto Devoto y Mario Pajoni; Antonio Campilongo, Raúl Murúa, Pascual Molina, Juan Carlos Haedo y Tomás F. Beristain.

Haedo puso el 1-0 para la visita a los 41 minutos, pero enseguida igualó Manzzolli para la "T". Nuevamente Haedo, a los 8m de la segunda etapa, volvió a darle la delantera al Calamar, pero otra vez los albiazules llegaron a la igualdad rápidamente, ahora con gol de Cuello. El triunfo de los porteños llegó a seis minutos del final, cuando Beristain, desde 15 metros, venció a Paolucci.

La jornada se vio empañada por el primer gran incidente registrado en nuestras canchas. En el preliminar, la Intermedia de Belgrano había vencido a la de Talleres 1-0 y cuando los ganadores iban a dar las hurras de rigor a las populares, una botella impactó contra el jugador celeste Julián De Miguel.

La primera temporada profesional fue una bisagra para el fútbol de Córdoba y también un enorme monumento a la improvisación y las contramarchas en el aspecto reglamentario. En medio de ello y a pocos días del mencionado debut, Talleres se dio un gran gusto: venció a Belgrano 4-2 en un amistoso que pasó a la historia como el primer clásico rentado y con un gol "maradoniano" de Manzzolli, que hasta se dio el lujo de ingresar al arco de los de Alberdi, al trotecito y con la pelota en los pies. Eran otros tiempos, claro está: los jugadores celestes, lejos de considerarse "canchereados" como se tomaría hoy una jugada similar, corrieron a felicitar al goleador por tamaña muestra de destreza. Eso sí, la "B" luego se tomó revancha ganándole los dos partidos del Oficial para consagrarse como el primer campeón profesional cordobés.

A ocho décadas de su ingreso al profesionalismo, Talleres se ilusiona hoy con escapar a una categoría que le "mancha" su brillante historial y que se hizo rentada a partir de su arribo.