La salud de la quiebra de Talleres se encuentra en su mejor momento, gracias a un jugador que apenas disputó cinco partidos con la camiseta albiazul. De mantenerse la tendencia, recibirá 11 millones de pesos en todo concepto (sumando rescisión anticipada de contrato, Derechos de Formación y Mecanismo de Solidaridad), suma poco despreciable para paliar un pasivo que tiempo atrás asomaba como inviable de afrontar sin riesgo de liquidación.

Con este contexto, y con el panorama que se avecina, la salida poco clara de Javier Pastore, que motivó denuncias, acusaciones de complicidad que favorecieron la salida y otros cuestionamientos de deslealtad, terminó siendo más que provechosa para Talleres. Porque nadie tiene garantías de que si el jugador hubiera seguido en el club, habría logrado esa ascendente carrera que lo depositó en lo alto del fútbol de Europa y la Selección nacional. A lo mejor, quizás no, hubiese quedado en el camino como muchas de las promesas que el periodismo y los dirigentes enaltecen antes de tiempo. Quizás nunca hubiera llegado a brillar en la B Nacional, y se habría perdido. A eso nunca lo sabremos, pero con pocas posibilidades de acceder a una máquina del tiempo y de torcer el destino y el pasado, lo mejor que le pasó a Pastore (y a Talleres) es haberse ido a Huracán, donde mostró su enorme capacidad y jerarquía, para después ser protagonista de una venta millonaria.

No hay que olvidar que el juvenil, con 17 años, Pastore estuvo a un paso de quedar libre y el albiazul recibió apenas una dádiva de 800 mil dólares para acelerar su “salida”. Leyendo el diario del lunes, cuando todos somos profetas, la situación parece haberle dado sus réditos a Talleres. 11 millones de pesos o quizás nada. Mucho dinero en riesgo para aventurarse a obtener algo superior. Tómelo o déjelo. A veces, es mejor pájaro en mano...