Una locura. Talleres perdió 3-2 en la Copa Daniel Willington, pero eso no importó a una hinchada que colmó el Kempes.

No hace falta ver. Alcanza con sentir. Pregúntele al viejo Basilio Guerrero. Anoche estuvo con su bastón viendo a Talleres, un equipo de su Córdoba jugando en un estadio donde Dolina imaginó sus cuentos. No hace falta ver. Alcanza con sentir el miedo a llorar de nuevo. Pregúntele al Daniel Willington que volvió a ponerla al ángulo del recuerdo. No hace falta ver. Alcanza con oír el grito sin cicatrizar de una herida llamada Argentino A. No hace faltar ver. Alcanza con encontrar los ojos brillosos del Bam Bam tocando entre la niebla para contagiar a Talleres. Y se anime otra vez a pelearla aunque el camino sea largo e impredecible. La excusa fue el amistoso ante Vélez para mostrar las nuevas caras. Fue derrota 3-2, pero la historia fue otra.

No hace falta ver. La pasión se escucha. Golpea donde duermen los fantasmas. 45 mil desquiciados en el flamante Mario Kempes certificaron su amor por Talleres. Dispuestos a morir de vuelta. Sabiendo del sufrimiento por una causa extrañísima. De qué sirve rotularla como irracional, desbocada o loca. El significado está en los ojos llorosos del tipo sin un mango, capaz de alimentar el estómago con los siete refuerzos en escena.

Ahí deambulan los negros en la popular norte, cerca de una pantalla de alta definición buscando luz para alumbrar cómo carajo se juega el campeonato maldito. No hace faltar ver. A lo lejos unos tipos corren por la cabeza de Gasparini para tirar desde lo alto los sueños. Como una botella al mar, va el Talleres cara dura, el del Chaucha Bianco, el del Colorado Batán y Rodrigo Escribano. Y detrás de ellos parte del pueblo. Todos ciegos. Entregados a la suerte de la pelota, vestida de blanco para ir al altar y escuchar “hasta que el ascenso nos separe”. Miles de memorias dibujando los viejos ¿buenos tiempos? Ricardo Gareca levanta la mano al aire mientras un viejo pronuncia Conmebol y el Lute Oste toma carrera. Tiene que ser gol, Talleres.

El Turco Whebe carraspea la garganta. El Paco Cabasés se anuda el moño para que la ilusión no se le escape esta vez. Si hasta don Amadeo Nuecetelli llora bajito porque mira desde arriba las palmas que sostienen a la T. No hace faltar ver. Alcanza con sentir. Dejar caer los párpados para encontrar el sueño y confiarle en secreto tu pedido. Para morir de vuelta y darte cuenta lo vivo que estás.

Los refuerzos

»Etulain: Nada que hacer en los goles. Pero hubo dudas.
»Pomba: Le costó en la marca de los grandotes de Vélez.
»Precone: Firme arriba y abajo con dudas. Salió lejos.
»Romat: Por su banda lo atacaron siempre. Tuvo actitud.
»Pérez: Poco juego y mucha voluntad. Pueda dar más.
»Erroz: Voz de mandoy orden.
»Farías: Buen despliegue. Incisivo. Le cuesta el retroceso.
»Sáez: Lo mejorcito. Movedizo, ágil y encarador. Dos goles.
»Strada: Ingresó en ST. La pidió siempre. Se espera mucho más.