Gracias a ellos. El arquero de la “T” sacó todo lo que le tiraron y aguantó el 0 a 0. En el complemento ingresó el último refuerzo albiazul, quien convirtió el primer gol y asistió a Cosaro en el segundo. En la reanudación del torneo, triunfazo 2-1 en San Juan.

“Creo que es un punto a corregir el hecho de sumar y de ganar más de visitante porque en este tipo de instancia va a ser vital mantener una localía fuerte y mejorar de visitante”. A poco de jugarse el partido ante Desamparados, ese mensaje que el DT de Talleres, Héctor Arzubialde, pronunció en el inicio de los preparativos, intentaba hacerse carne en los jugadores que habían viajado a San Juan.

Y los que mejor lo interpretaron fueron Federico Crivelli y Cristian Zárate. Vitales, gravitantes, pero sobre todo oportunos. El arquero sostuvo el 0-0 y el “10” convirtió el 1-0 con un tiro libre al ángulo y generó el tanto de Guillermo Cosaro. Justo cuando se había instalado el interrogante sobre qué pasaría cuando Talleres tuviera sus primeros arribos serios, luego de que le perdonaran la vida una y otra vez.

Sí, anoche, en el calor “asesino” de San Juan, matizado con algunas gotas y truenos, Talleres ganó por los mencionados y por un golpe de timón a tiempo que dio Arzubialde, cuando se venía la tormenta futbolística para la nueva versión de un equipo con cambios de última y con una línea de tres que comenzaba a hacer agua. Al final, fue 2-1 por el gol de penal de Marcos Lamberti, pero el festejo albiazul fue gigante.

La victoria se dio en un reducto que a la “T” le trae buenos recuerdos, ya que en el estadio víbora obtuvo el primer triunfo fuera de Córdoba. Una cancha que presentó una concurrencia del 60 por ciento, con un campo pésimo y que contó en sus tribunas con el mismísimo gobernador José Luis Gioja.

Además el 2-1 sonó como una especie de revancha del encuentro anterior en el Chateau, en el que el equipo albiazul ganaba 2-0 y terminó 2-2 por querer cerrarlo antes. Y por si fuera poco, Talleres estableció siete puntos de diferencias con un Desamparados que antes del juego estaba a cuatro.

Bárbaros. Crivelli fue visto y no visto en esa doble tapada a Matías Garrido y a Emanuel Reynoso, quienes no podían creer como el del buzo rosa aseguraba el 0-0, una y otra vez. Aún después de ir al suelo para después levantarse como si tuviera resortes en las piernas. Su labor fue de menor a mayor.

Y si lo de Crivelli fue maravilloso, ni hablar de lo de Zárate, cuya historia en Talleres se inició de la mejor manera: a poco de ingresar la colgó de un ángulo y en el acto siguiente le sirvió el gol a Guillermo Cosaro (el cuarto en esta temporada). El inicio del “Tato” fue bárbaro para una semana que se inició con su llegada a la “T”, la novela que demoró su llegada, la habilitación que arribó sobre la hora y un gran cierre con la actuación soñada, anoche en San Juan.

Salió bárbaro el comienzo del año para la “T”. Ganó afuera y sumó su 17º goleador distinto: Zárate fue otro nombre más en probar que el equipo de Arzubialde mantiene intacto su poder de gol.