El campeonato deportivo y económico. El primer equipo reanudó los entrenamientos y sólo espera detenerse cuando suba a la B Nacional. Si eso se logra, habrá más ingresos y se recuperarán otros para un club que hoy cumple seis años de su quiebra.

Dio arranque otra vez el equipo de Héctor Arzubialde, tras el receso. Y todo Talleres espera que cuando se detenga sea para festejar la vuelta a la B Nacional.

Con ese final, los jugadores serán declarados héroes, el propio “Arzu” podrá tener su estatua y los administradores (la dupla fideicomiso-Fondo de Inversión y el control que de ellos hace el juez Saúl Silvestre) tendrán un aliciente en la carrera por ordenar un club que quebró hace exactamente seis años y cayó al piso de su historia deportiva en 2009, lo que también le quitó gente e ingresos como los derechos de TV.

De lo contrario, “será un fracaso”, como supo decir uno de los inversores, Ernesto Salum, en una reflexión mínimamente discutible para quienes creen que el club va más allá de la coyuntura de un resultado.

El campeonato deportivo. La cita es a las 17, en la Boutique, y como en cada regreso o reanudación de las prácticas, el mundo Talleres cobra vida. El calor asesino no importa, los hinchas lo desafían. Todo para escuchar de boca de los jugadores y del DT de turno la palabra más deseada: “Ascenso”.

Pasan los goleadores Riaño y Aranda; los creadores Pieters y Agustín Díaz; el capitán Ribonetto y el arquero Crivelli.

Ponen su autógrafo en una remera y ahí no más le tiran la frase matadora: “¿Ascendemos, no?”. Ni los lesionados Ramiro Pereyra, Víctor Cejas y Jeremías Zenón se salvaron (todos con rotura de ligamentos cruzados de rodilla).

“¿Van a volver en mayo, cuando nos juguemos el ascenso, no?”, les “exigieron” un par de hinchas, mientras les firmaban.

El primer acto quedó atrás, el siguiente es la búsqueda de otro disparador: las caras nuevas. “¿Vino alguien nuevo?”, es la pregunta matadora que hace Francisco Cabasés, el histórico intendente de la cancha.

Y ahí nomás apareció Ignacio González Barón, el lateral uruguayo proveniente del Durazno de que esperaba ver al doctor Julio Ferreyra para cerrar los estudios previos a su incorporación.

Después de que todos se cambiaron llegó la hora de trabajar. El plantel se subió al “bondi” que los llevó al predio para sudar la gota gorda. Corrida por acá, corrida por allá. Piques cortos y frenadas. “¿Frenadas? No frenamos más. Arrancamos el 23 de enero con Sportivo Desamparados en San Juan y no paramos hasta el ascenso”, dijeron varios futbolistas. ¿Será así?

El torneo económico. Si se asciende, la “T” dispondrá de tres millones de pesos de TV, contra los 200 mil anuales actuales.

“Lo deportivo ayudará en lo económico”, dice el fideicomisario Daniel Ruffener.

La “T” se encuentra en un proceso de quiebra desde el 28 de diciembre de 2004, día que la última comisión directiva la solicitó.

Desde entonces, el club fue administrado por un juez, y con un fideicomiso debieron atender dos frentes: generar ingresos para el día a día (con el Fondo afronta un gasto de casi un millón de pesos mensuales) y pagar una deuda de millonaria antes del plazo legal de 2014.

El fideicomiso acaba de anunciar el cuarto pago a los acreedores. “Es un millón de pesos que con el resto del dinero del caso Petrone y las quitas legales hará disminuir la deuda a 10 millones. Además estamos pagando juicios”, contó Ruffener