Pentagonal del Argentino A. Así de duro será también cada partido en esta instancia para Talleres. Ayer fue 2-2 ante Estudiantes, en Río Cuarto.

La enfermedad se propaga por la sangre y llega al cerebro y se traslada al corazón a manera de virus incontenible. Y los gestos, los gritos, las palabras, los sentimientos son la exteriorización de eso que ha invadido al cuerpo y no se lo podrá quitar más, al menos por unos cuantos partidos. Porque en definitiva, el fútbol asiste a uno de sus fenómenos más paranormales, eso de sentirse en una batalla sin final, sin tregua. Y las trincheras se dividen en casi dos cuadrados, dentro de un mismo rectángulo. Y las pelotas se transforman en balas. Y las patadas en la lucha cuerpo a cuerpo. Y los centros llueven con la furia contagiosa de tanto que se habló y se sigue hablando en el camino. Es Río Cuarto, la base de operaciones de dos tropas que salen a pelear por un puñado de gloria, pasatista, momentánea. Es como ganar una base, invadir una zona y seguir un poco más hacia la toma del objetivo final.

Y ayer, en Río Cuarto, en el Imperio de los nostálgicos, allí donde los cafés también son parte de la contienda, la pelea se debatió en una siesta endemoniada, con la hostilidad propia de un Torneo Argentino, ya con clima de Mundial. Es que el Argentino, más allá de la categoría que sea, juega hoy su propio mundialito. Ese de llegar al cabo de ocho partidos al sueño del ascenso.

La ruta, plagada de hormigas azules y blancas. Van en colectivos, en autos, con la azul y blanca por la 36, una ruta que se pone espesa a medida que pasan los minutos. Los controles, celosos de una custodia minuciosa, son una bisagra antes de llegar a Alcira Gigena. Decomisan banderas, utensilios y todo lo que la Policía considere mínimamente nocivo. Estudiantes, el objetivo a llegar, a invadir. Y no es el TEG, es mucho más que un juego estratégico. No en vano Tito Rebottaro sale a decir como primera medida al cabo del 2-2 final entre la T y el equipo de Imperio: “A Talleres le juegan así, de otra forma. Todos salen a matarnos y así será siempre”. No es menor el dato. Después de los 90 minutos, Andrés Aimar, enemigo acérrimo de cualquier habitante de barrio Jardín, sí ha librado su propia guerra personal. “Era algo especial. Pero no le hemos podido ganar. Equipo chico nos gritaron y se fueron festejando el empate como locos”, expresó el hermano de Pablito.

Choripanes por doquier, atragantados en el grito unísono de los Celeste. “Che Talleres, sos una empresa”; “Muertos, de acá no salen, de acá no salen”; “Talleres, sos el amargo del Argentino”. Y así transcurren las frases en un reducto hostil, de misiles verbales, de pelotas encendidas en llamaradas.

“Je, a Talleres le ganamos 2 a 0 maestro. Póngalo en su diario, que los vacunamos y no paramos hasta ganar el Pentagonal”. La frase pertenece al presidente Iván Rozzi que infla el pecho como un gallito de riña dispuesto a picotear al enemigo. Después se corrige: “Estamos orgullosos de que Talleres venga a jugar con nosotros, sabemos que es un grande”.

Es así, una picadora que no cesa. Y el partido es una bola de nervios, una maraña de 22 con un ida y vuelta galopante.

Los cantos, la furia de la salida de los equipos a la cancha, dejó el sabor de que se venían 90 minutos de éxtasis, descomunales. Cuatro gritos de gol de azorados y maravillados con sus equipos. El empate dejó el sabor de que se jugó un partidazo. Fue realmente de alto contenido futbolístico, agradable a los ojos y a los sentidos. Esos mismos que permitieron vislumbrar que Talleres, en esta instancia está jugando la final del Mundial, por más que sea tan sólo la intención de volver a acomodar el cuerpo maltrecho con el ascenso a la B Nacional. Y claro, esto recién empezó.

El domingo, a las 11, con Santamarina. El domingo, los hinchas de Talleres tendrán que madrugar. Es que ayer, el Consejo Federal que organiza el Argentino A confirmó que el partido ante Santamarina de Tandil se jugará ese día, a las 11, en el Estadio Córdoba. Se verá por América Sports. Los tandilenses llegan entonados: anoche golearon 4-1 a Huracán de Tres Arroyos. Sí, crucial el choque en el Estadio Córdoba.

En la otra zona, la B, a Juventud Antoniana de Salta se le escapó la victoria sobre el final. Los dirigidos por Gustavo Coleoni ganaban 2-0 en Puerto Madryn, ante Brown que terminó de empatar (2-2) en tiempo de descuento. Patronato venció 2-0 a Gimnasia de visitante.