Talleres sufrió para vencer 2-1 a Alumni, que erró un penal al cierre.

Parecía que el mundo Talleres iba a condicionar al de Alumni. De hecho, el equipo albiazul terminó ganando por 2-1, aunque en ese choque de planetas hubo más equivalencias de las que podían preverse.

La mudanza de la localía al Chateau –el escenario histórico al que Talleres planea volver, tras la era Ahumada que impuso a la Boutique– para albergar a una concurrencia mayor que en Plaza Ocampo, hacía pensar que el equipo villamariense arrancaba dando ventaja. Por la fascinación de jugar en un escenario mundialista (desconocido para muchos jugadores), por el miedo escénico de miles de personas silbando, entre tantas cosas.

"Equipo chico, la p... que los p", rugía la multitud albiazul. "Pechos fríos", les gritaban los casi mil albirrojos, en el frío gélido del sector cubierto. Claro que, mientras perdía en las tribunas, Alumni ganaba el partido en boleterías ya que esta mudanza implicaba una recaudación con la que se pagarían tres meses de presupuesto.

El mismo partido que la administración fiduciaria albiazul sueña con ganar, dentro de cinco días, cuando el juego Talleres-Central Córdoba le permita sumar nuevos ingresos para mantener el club conjuntamente con los aportes de la Fundación Azul y Blanco. ¿Y en la cancha? Las diferencias de juego, de calidad, de inocencia entre los profesionales de un plantel contra otro con varios laburantes se estrecharon al punto de que Talleres sufrió mucho para ganar, aunque al final logró su primer triunfo de visitante en el torneo.

De vivos e inocentes. El viento sopló a favor de Talleres. Agustín Díaz lo aprovechó y pateó al arco. Ronco lo subestimó y la fue a buscar adentro. ¿El 1-0 lo tranquilizó? No. Salvo que la pelota fuera de Monay.

Alumni que, lejos de achicarse, había salido a atacar a Talleres con el terceto Herrera-Bueno-Strada, redobló esfuerzos. "Mientras más insultan, me jor hay que jugar", fue el mensaje del DT Rubén Agüero, pero él se fue expulsado apenas comenzó el juego porque entendió que le pitarían toda la tarde en contra. Vino el 2-0 de Moreira Aldana, pero Talleres la siguió tirando alta. Encima Alumni logró la profundidad que le había faltado: descontó vía Strada y dispuso de un penal que marró Herrera, al final.

En definitiva, ganó Talleres. Tuvo viento a favor y lo aprovechó para lograr su segundo triunfo consecutivo. Mientras encuentra su juego, gana. En el mundo de Alumni pasa al revés. Las certezas futbolísticas parecen no asegurar nada. Mundo Talleres, mundo Alumni.