La manifiesta alegría que desborda a los hinchas de Talleres por el triunfo de ayer frente a Desamparados no debe convocar a exitismos anticipados. El equipo de Roberto Saporiti consiguió una victoria necesaria como el pan y mostró mejorías en varios aspectos, pero todavía le cuesta dotar a su juego de mayor continuidad y precisión. Ayer arrancó como para comerse crudo a un equipo tan desamparado como su nombre, pero increíblemente, después de gol tempranero de Palacio, cayó en un bache que pudo haberle costado el empate transitorio de los cuyanos.

Sin ella no es lo mismo. Con la pelota, Talleres asomó como un equipo atrevido y decidido. Pero sin ella, volvió a parecerse demasiado a aquel vacilante conjunto que tropezó una fecha atrás, en Mendoza con Maipú. Cuando el balón pasó por los pies de Agustín Díaz, el equipo de Saporiti mostró algunas cosas interesantes. La gran jugada que el enganche hizo por izquierda y que concluyó con el gol de cabeza de Palacio, a los 2 minutos, fue una muestra. O el peligro que generó Anívole cuando se dedicó más a proyectarse por el carril izquierdo que a cuidarle las espaldas a Galíndez. Pero, de igual modo, cuando después de esa conquista la "T" perdió el control de la pelota, Desamparados logró ponerlo en aprietos hasta el final del primer tiempo. Y si no le empató fue porque padeció de una marcada orfandad ofensiva.

Con un "5" fue mejor. Cuando en el segundo tiempo jugó con Miguel Monay como único volante central, Talleres jugó mejor que cuando lo hizo con dos "5". Roberto Saporiti advirtió que se había equivocado en ubicar a Ciucci al lado del ex Ben Hur y apeló a la lógica: lo ubicó en su lugar natural, el lateral derecho, y cambió la línea de tres en el fondo por una de cuatro. La movida tuvo un impacto inmediato en el funcionamiento del equipo, que recuperó la pelota, la administró mejor y quedó otra vez de frente al arco sanjuanino. Además, favorecido por haber quedado en superioridad numérica por la expulsión de Sosa, Talleres logró marcar otros dos goles, mediante una vía que explotó mejor que en otros partidos: los centros al corazón del área rival.

Todavía le falta. Pese a que ayer mostró mejorías perceptibles, Talleres sigue siendo un equipo en formación, al que le cuesta sostener 15 minutos seguidos el buen juego que muestra sólo en pasajes. Cuando lo consiga y aprenda a defenderse con la pelota, podrá darle más sustento a una hinchada que ayer comenzó a recuperar la ilusión.